Es muy importante destacar que
en la actualidad se presentan dificultades en el desarrollo infantil en la región latinoamericana.
Según expresiones de representantes del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), alrededor
de un 30% de los niños de la región vive en hogares de alta precariedad. La
Agencia de las Naciones Unidas (Programa
Mundial de Alimentos (WFP)., estima que combatir la desnutrición en niños
menores de cinco años en la región latinoamericana podría costar alrededor de
U$D 2.000 millones.
Según el Boletín sobre la inversión
en la primera infancia en América Latina - elaborado por el Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (Unicef) -, las políticas sociales
vinculadas con la primera infancia en la región representan de manera acumulada
entre 0,5 y 1,6 puntos porcentuales del
Producto Interno Bruto (PBI) de cada país. El grupo de estudios
conformado por expertos y economistas internacionales (Consenso de Copenhague), calculó que por cada dólar invertido en nutrición durante
los primeros 1.000 días de vida de una persona, se obtienen U$D 30 en beneficios
relacionados con la educación y la salud.
El Banco Mundial señalaba que, más de 7 millones de niños menores de los
cinco años sufren desnutrición crónica en América Latina. “Si a
la desnutrición crónica se le suman otros factores como la falta de atención en
salud y educación, la falta de tiempo para jugar, el maltrato y el abandono, los
daños al desarrollo de una persona serán irreversibles”. invertir en
la nutrición de los niños es una de las mejores inversiones que se pueden
realizar. Si esta se
realiza especialmente durante los primeros 1.000 días de vida los gastos en que
se incurren son mucho menores que los costos de no hacerlo.
El costo de no hacerlo se ubica entre los US$ 100.000 millones y
US$ 200.000 por estos principales motivos: a)
Pérdidas por mortalidad
infantil, b) Pérdidas por enfermedades crónicas, o c) Pérdidas por productividad
y retardo en el crecimiento. Si un niño no desarrolló adecuadamente sus capacidades cognitivas, sociales y
emocionales en los primeros años, no lo logrará en la adultez. “Este problema convierte a la
desnutrición crónica en uno de las principales trabas al desarrollo de América
Latina y el Caribe”. Todos estos aspectos, traen repercusiones sociales y económicas que se
hacen evidentes y colaboran con la transmisión de la pobreza y la desigualdad
en las familias de escasos recursos.
Es evidente, que este tipo de
problemas sociales es notoriamente
perjudicial en países en vías de desarrollo, dado que un bajo desempeño
durante la edad escolar resulta en “un
joven impulsivo, más proclive a abandonar la escuela, que puede convertirse en
un adulto desorganizado, sin iniciativa, impuntual, conflictivo y que no es
capaz de mantener un trabajo fijo, limitando así su productividad laboral”. De esta forma, las naciones
estarán propensas a afrontar dificultades en materia de empleo, tecnología,
productividad, violencia, alfabetización y convivencia. Esto configura entonces
una acción inmediata de solución por parte de todos los
gobiernos de la región.
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