En la
práctica, el indicador más utilizado para medir la inflación es el índice
de precios al consumidor (IPC), sin embargo, este indicador no
necesariamente refleja en forma adecuada el fenómeno inflacionario. El IPC está
diseñado para medir el costo de la vida para un consumidor típico. Por su construcción,
este índice considera a un subconjunto de los precios de la economía, por lo
que no es un índice diseñado para medir
el cambio en el nivel general de los precios. Debido
a que la inflación relevante para la política monetaria puede no estar
adecuadamente medida por los índices de precios al consumidor convencionales,
se requiere calcular medidas de inflación subyacente que reflejen los movimientos
conjuntos y persistentes en los precios de la economía.
Desde hace
varios años a los bancos centrales de diversos países les ha preocupado el efecto que sobre el IPC producen los
precios volátiles y los pagos de intereses, ya que dicho efecto puede dar
lugar a interpretaciones erróneas del
proceso inflacionario que afecten la conducción de la política monetaria.
Los cambios
transitorios en los precios al consumidor debidos a efectos
estacionales, a precios con alta volatilidad (como la energía), a cambios en precios administrados o a cambios en
impuestos indirectos no reflejan las presiones inflacionarias subyacentes. Por
ello, las autoridades monetarias de Francia,
Italia, el Reino Unido, Canadá, Australia, Austria, Dinamarca, Holanda y Suecia,
han argumentado que para efectos de la política monetaria lo relevante son la variaciones
de los precios que perduran en el largo plazo, es decir, la tendencia del
crecimiento de los precios.
La “Inflación Nucleo” constituye un
instrumento de medición y de explicación a los agentes económicos sobre los efectos de las medidas de política monetaria,
especialmente en los países donde sus bancos centrales siguen esquemas de
metas de inflación. Cada vez es más común la divulgación al público de
estos indicadores.
Se define
como inflación núcleo a una medida
que aproxime adecuadamente la tendencia de la inflación de un país o de
una región, para captar movimientos que son evidentes en los precios.
Esa medida, que es también conocida como “inflación
subyacente” o inflación básica (core inflation), es reflejada
por el índice de precios al consumidor (IPC)
cuando éste no toma en cuenta
ciertos productos por ser los que sus precios sufren grandes fluctuaciones
debido a circunstancias especiales. La intención de medir la inflación con este subconjunto es conocer
a mediano plazo la tendencia general de los precios. Estos índices filtran las fluctuaciones
de precios de alta frecuencia para mejorar el conocimiento de las presiones
inflacionarias de mediano plazo de la economía.
En éste
análisis cada cambio en el precio de un
producto está formado por un componente común y un componente transitorio
representando cambios en los precios relativos de los productos, debido a
shocks de oferta y/o demanda. A esta estimación de se la llama núcleo inflacionario.
Habitualmente, para el cálculo de la inflación
“núcleo” se prescinde de los bienes y servicios administrados o regulados
(ej: combustible, electricidad y gas para uso doméstico), de los concertados
(transporte local y foráneo, telefonía, cuotas y licencias y otros), y de los agropecuarios
(determinadas frutas y verduras). Normalmente podemos ver en una serie de
tiempo de datos mensuales que la inflación núcleo o subyacente tiene un comportamiento
más suave, con menos altibajos, que la inflación general. No es de
extrañar que en ciertos periodos esta
inflación sea más alta o más baja que la general.
El atractivo
de una medida núcleo se debe a que las tasas de inflación tienden a ser
volátiles, en la mayoría de los casos debido a las variaciones de precios en alimentos no procesados, y derivados del
petróleo. De tal modo que se pueden observar grandes fluctuaciones en la
variación de los precios consecuencia de cambios estacionales en la oferta
de los vegetales o en los combustibles, en modificaciones de precios de bienes
regulados o en los combustibles, los cuales no
están relacionados con las decisiones de política monetaria de un país.
Aunque,
respecto de la exclusión de componentes debemos destacar que tratan de excluirse aquellos componentes o grupos de
precios que poseen una mayor
variabilidad; usualmente caen en esta
categoría los alimentos no procesados, los derivados del petróleo y los bienes
regulados.
La principal
ventaja de este índice es la sencillez y transparencia en el cálculo, además de
que no requiere series largas. Pero también debemos agregar que su principal desventaja
es que las perturbaciones transitorias no siempre afectan únicamente a algunos
componentes predeterminados, puede afectar a productos pocos variables, y más
bien, al eliminar sistemáticamente a un mismo grupo, se puede estar eliminando información
valiosa. Queda para el investigador, contemplar esta situación, para poder
arribar a un diagnóstico adecuado.
Fuente: “Medidas de inflación subyacente” por Alvarez
L.J. y Matea M. de los Llanos – Banco de España. – “Medidas alternativas de
inflación” por C.Mateos y A.Gaytan (Bco. de México)
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