Un interesante artículo aparecido en
“Economist Intelligence Unit” merece tenerlo en cuenta por sua apreciaciones
sobre los diferente motivos que generan anormalidades .La consideramos una
opinión personal muy atendible.
“En primer lugar, el crecimiento
potencial de los países desarrollados y emergentes ha caído debido a la carga de la elevada deuda privada y
pública, el rápido envejecimiento poblacional (que implica mayor ahorro y menor
inversión) y diversas incertidumbres que limitan el gasto de capital.
Además, muchas innovaciones tecnológicas no se han traducido en un mayor
crecimiento de la productividad, el ritmo
de las reformas estructurales continúa siendo lento y un prolongado estancamiento
cíclico ha erosionado la base de habilidades y de capital físico.
En segundo lugar, el crecimiento real ha resultado anémico y ha estado por
debajo de su tendencia potencial debido al doloroso proceso de desapalancamiento en curso, primero en
EE. UU., luego en Europa y ahora en los mercados emergentes altamente
apalancados.
En tercer lugar, las políticas económicas —especialmente las monetarias— se han ido
tornando cada vez menos convencionales. De hecho, la distinción entre la política
monetaria y la fiscal se ha desdibujado cada vez más. Diez años atrás, ¿quién había escuchado términos como política con tasas de interés nulas (ZIRP),
expansión cuantitativa (QE), expansión del crédito (CE), orientación
prospectiva (FG), tasas de depósito negativas (NDR) o intervención no
esterilizada en el mercado cambiario (UFXInt)? Nadie, porque no existían.
Pero ahora estas
herramientas no convencionales de política monetaria son lo habitual en la mayoría de las economías avanzadas, e incluso en
algunos mercados emergentes. Y las acciones y señales recientes del
Banco Central Europeo y el Banco de Japón refuerzan la percepción de que hay
más políticas no convencionales en camino. Algunos afirmaron que estas
políticas monetarias no convencionales —y el enorme crecimiento de los balances
de los bancos centrales que las acompaña— implicarían la degradación de las monedas
fiduciarias. El resultado, sostenían, será la inflación desbocada (e incluso, la hiperinflación), un elevado
aumento de las tasas de interés a largo plazo, el colapso del valor del dólar
estadounidense, un salto en el precio del oro y otras materias primas, y el
reemplazo de las devaluadas monedas fiduciarias con criptomonedas, como bitcoin.
En lugar de eso —y esta es la cuarta situación— la inflación aún es demasiado baja y continúa
cayendo en las economías avanzadas a pesar de las políticas no convencionales
de los bancos centrales y el vertiginoso aumento de sus balances. El desafío para los bancos centrales es
aumentar la inflación o incluso evitar la deflación. Simultáneamente, las tasas
de interés a largo plazo continuaron descendiendo en los últimos años; el valor
del dólar ha aumentado; los precios del oro y las materias primas cayeron
bruscamente; y bitcoin fue la moneda con peor desempeño en 2014-2015.
El motivo por el que la inflación muy baja continúa siendo un
problema es que la relación
causal tradicional entre la oferta monetaria y los precios se ha roto. Un
motivo de esto que los bancos están
acumulando la oferta monetaria adicional en forma de reservas excedentes en vez
de prestarla (en términos económicos: la velocidad del dinero ha colapsado).
Además, las tasas de desempleo continúan siendo elevadas y esto otorga poco
poder de negociación a los trabajadores. Y en los mercados de productos en
muchos países continúa existiendo capacidad excedente, con grandes brechas en
la producción y una baja capacidad de fijación de precios por parte de las
empresas (un problema de capacidad excedente exacerbado por la sobreinversión
china).Ahora, después de una enorme caída en los precios de la vivienda
en los países que experimentaron una bonanza y posterior desplome, los precios
del petróleo, de la energía y de otras materias primas han colapsado. Llamemos
a esto la quinta anomalía: el resultado de la desaceleración china, el
aumento en la oferta energética y de metales industriales (después de una
exitosa exploración y sobreinversión en nueva capacidad) y la fortaleza del
dólar, que debilita los precios de las materias primas.
La reciente agitación en el mercado ha
iniciado la deflación de la burbuja mundial de activos generada por la QE (1),
aunque la expansión de las políticas monetarias no convencionales puede
alimentarla un tiempo más. La economía
real en la mayoría de las economías avanzadas y emergentes está gravemente
enferma, pero sin embargo, hasta hace poco, los mercados financieros se
disparaban con el apoyo de la expansión adicional de los bancos centrales.
La pregunta es durante cuánto tiempo pueden divergir los mercados financieros y la
economía en general.
De hecho, esta
divergencia es un aspecto de la última
anormalidad. El otro que los mercados financieros no han reaccionado mucho,
al menos hasta ahora, a los crecientes
riesgos geopolíticos, como los originados en Oriente Medio, la crisis de
identidad europea, las crecientes tensiones en Asia, y los persistentes riesgos
de una Rusia más agresiva. Nuevamente, ¿durante cuánto tiempo puede mantenerse esta
situación, en la cual los mercados no solo ignoran a la economía real sino que
además descuentan el riesgo político?”
(1) flexibilización cuantitativa (en inglés Quantitative Easing, QE) es una medida de economía pública que consiste en generar moneda y ponerla en circulación.
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