El Fondo Monetario Internacional publicó en sus boletines un análisis,
perfilando la posible economía mundial para el año 2016. Economistas de la
Institución Internacional elaboraron, - con sus respuestas a una serie de
preguntas- una proyección para el presente año. Tratemos de resumir los
aspectos que entendemos son más
significativos.
Referente
a la evolución del año pasado,
anticiparon que a escala mundial, en 2015 algunas economías se
afianzaron, en tanto que otras -en particular las economías emergentes y en
desarrollo- sufrieron debido a la caída de los precios de las materias primas y
al endurecimiento de las condiciones financieras.
El FMI
también experimentó algunos cambios importantes en 2015: el Congreso de Estados
Unidos aprobó la reforma de las cuotas de 2010, y la divisa china, el yuan, se sumó a
la cesta de monedas oficiales del Fondo.
Sobre la
economía de Estados Unidos se señaló que siguió creciendo con solidez y
creando empleo, mientras que Europa en general aceleró el ritmo y
Japón continúa siendo un interrogante. Pero salvo contadas excepciones (como
India), los países de mercados emergentes y en desarrollo
siguieron experimentando una
desaceleración en medio de la caída de los precios de las materias primas y
condiciones financieras más restrictivas, sin que aún se logre cristalizar
un crecimiento sincronizado y sostenible.
China seguirá siendo una prioridad importante. La economía de ese país está desacelerándose a medida que se produce la
transición del modelo de inversión y manufactura al de consumo y servicios.
Pero los efectos de contagio mundial
derivados del menor ritmo de crecimiento de China, por vía de la disminución de sus importaciones y la menor
demanda de materias primas, han sido mucho más intensos de lo previsto.
La reestructuración sigue estando
sujeta a graves desafíos relacionados con debilidades
en: los balances de las empresas estatales, mercados financieros y la
flexibilidad y racionalidad general de la asignación de recursos. Un
crecimiento por debajo de las metas
fijadas por las autoridades podría una vez más provocar nerviosismo en los
mercados financieros.
La crisis
de refugiados de Iraq y Siria supone un importante desafío para la
capacidad de absorción de las economías y los mercados laborales de la Unión Europea,
pero aún más para los sistemas políticos. El proyecto de control policial común
del perímetro de la Unión Europea y las tensiones con respecto al libre
movimiento de las personas dentro de Europa es algo que se debe vigilar. Europa
tiene ante sí otros desafíos políticos y económicos, que se extienden
desde la península ibérica hasta Grecia y Ucrania.
El cambio climático y los esfuerzos
para limitar las emisiones de CO2 constituyen una crisis que avanza
lentamente, pero que mal haríamos en descartar. El acuerdo de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Cambio Climático (COP21) logrado en París fue un triunfo para la cooperación
internacional.
En cuanto al tema del comercio internacional, que ha sufrido
reveses en años recientes debido a que el crecimiento del comercio mundial se ha
desacelerado en relación con el crecimiento del PBI. ¿Aprobará el
Congreso de Estados Unidos el Acuerdo
Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP)? La respuesta quizá
la tengamos en el segundo trimestre del
año. Si es aprobado, ¿será un precursor de un acuerdo entre Estados Unidos y la
Unión Europea? La Ronda de Doha
fue efectivamente abandonada en Nairobi. Si
los acuerdos comerciales multilaterales integrales ya no están sobre
tratamiento, ¿puede la liberalización del comercio seguir avanzando de manera
eficaz a una escala más limitada? Las respuestas revisten importancia para
todos los países miembros del FMI.
Los mercados emergentes pueden desempeñar
un papel protagónico. Las entradas de
capitales han disminuido, se han consumido algunas reservas, los diferenciales
soberanos han aumentado, las monedas se han debilitado y el crecimiento está
desacelerándose marcadamente en algunos países. La depreciación de la
moneda ha demostrado ser una defensa sumamente útil frente a diversos shocks
económicos. Pero de producirse nuevas
caídas pronunciadas de los precios de las materias primas, incluida la energía,
los exportadores enfrentarán incluso más problemas, como depreciaciones más
bruscas de la moneda que podrían poner al descubierto vulnerabilidades aún ocultas de los balances o desencadenar la
inflación.
(continuará)
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