martes, 15 de noviembre de 2011

La falta a la verdad obstaculiza el accionar económico

Algo que nos produce desconcierto es la manera actual donde muchos gobiernos alteran las informaciones reales (casi siempre las malas) para presentar estados de un país que no coinciden con lo que en realidad está ocurriendo. Esto nos predispuso a pensar en este tema, alejándonos un tanto de la profundidad de la teoría económica.
En los últimos tiempos es común que muchos gobiernos falten a la verdad al presentar informaciones que no son reales y resienten a la economía, cuando las manifestaciones se refieren a temas relacionados con lo económico. Uno de los casos se presentó en Grecia donde por espacio de bastante tiempo las cifras que el gobierno ofrecía no coincidían con la realidad y luego se precipitó la debacle que aún conmociona particularmente a Europa.

Algo parecido sucedió en otros países donde también la falta de veracidad en la situación económica produjo y produce impactos muy serios. Es evidente que estos procedimientos distorsionan cualquier accionar empresarial o a cualquier agente económico que confiado en lo que se le dice, arma sus proyectos presupuestando márgenes que se transforman luego en irreales.

En nuestra opinión, faltaría en todo proceso de elaboración económica un cálculo del riesgo que se produciría por “inconsistencia gubernamental” que, en buen romance podría designarse como “falsedad en la información”. En nuestra expresión a veces muy particular sería asimilable a las “mentiras criollas”.

El tema no deja de ser muy serio, porque la mentira inexorablemente continúa con otra u otras y si el público se da cuenta no hay duda que perturba su confianza y causa desaliento y preocupación. El mismo gobierno puede darse cuenta de las consecuencias que a la larga contiene ese proceder y sin embargo comienza a actuar rechazando las críticas que se les presentan y manifestando su consentimiento para que tal proceder continúe. Esto puede estar relacionado con el criterio de no retroceder aconsejado por algún funcionario iluminado que precisamente aplica y confirma la conveniencia de continuar con esa política.

Recordemos que nuestros abuelos a menudo repetían que “la mentira tiene patas cortas” y eso es cierto. Podrá transcurrir un tiempo donde la falsedad subsista pero a la larga se desplomará y entonces hasta resultará complicadísimo retornar a esquemas anteriores. El riesgo entonces debe contener un alto porcentaje en las estimaciones que se formulen en relación a la aplicación de políticas con bases no ciertas.

La información debe ser siempre veraz aún en acontecimientos favorables o desfavorables, más tratándose de situaciones que impactarán en los habitantes e instituciones de un país. Talvez las autoridades están convencidas de que lo que se aplica es lo mejor, asesoradas o alentadas por entendidos, o aún profesionales no muy competentes o interesados, que influyen de manera notoria en las medidas a tomar.

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