jueves, 21 de julio de 2011

La ganadería argentina. Situación actual y perspectivas

El stock ganadero y la producción de carne en Argentina está en alrededor de los 50 millones de cabezas y los 3 millones de toneladas, respectivamente. Las exportaciones de carne vacuna del país tuvieron su pico record para los últimos 15 años, en el 2005 con 760 mil toneladas, disminuyendo en los últimos dos años a causa de las restricciones a la exportación fijadas por el Estado con el objetivo de volcar un mayor volumen al mercado interno, tratando de satisfacer la demanda interna y evitar el aumento de precios en dicho mercado.

Las existencias bovinas tuvieron un importante crecimiento tras la crisis de 2001, aumentando un 12% entre 2001 y 2006. Tras la crisis de 2001, el consumo per cápita de carne bovina se mantuvo en torno a los 60kg por habitante hasta 2005. El escenario comienza a cambiar sustancialmente cuando con el transcurso del año 2006 la política pública intensifica un proceso de fuerte intervención sobre el mercado de exportación de la carne, que incluye cierre de exportaciones, incremento de derechos de exportación y la creación de registros no automáticos de exportación (los denominados ROE).

A partir de entonces, se reguló el flujo exportador de manera de garantizar mayor disponibilidad de carne en el mercado interno. Esto trajo como consecuencia una caída del precio de la carne pagado por los consumidores, pero también una baja en el precio del animal vivo comercializado en el mercado interno, lo que redujo la rentabilidad de la actividad ganadera en su conjunto. La continuidad de este fenómeno dispara la fuerte liquidación de vientres, generando un elevado nivel de actividad en la industria frigorífica que el tiempo mostraría que no sería sostenible. La corrección de precios internos de la carne bovina y del animal en pie hacia fines del 2009 y comienzos del 2010 detiene el ciclo de liquidación de vientres y los altos niveles de faena, incentivando a los productores a invertir nuevamente en la producción bovina (aunque todavía no está claro con que intensidad).

A partir de 2007 la faena se incrementa vía un marcado ciclo de liquidación de vientres que se extiende hasta finales de 2009. La tasa de extracción observada entre el 2007 y el 2009 (faena en relación al stock) es considerablemente superior a la de años previos y excede significativamente el nivel de tasa de extracción que se considera de equilibrio (próxima al 25%). El período de elevada tasa de extracción coincide con elevada participación de hembras en la faena total, que fluctúa en torno al 48%-50% durante todo 2008 y 2009. La fuerte reducción del stock bovino entre 2007 y 2010 será entonces la consecuencia de la elevada extracción con alta participación de hembras.
La elevada extracción permitió niveles de producción de carne bovina y de consumo interno récord durante los años 2007, 2008 y 2009, pero no sustentables. La producción de carne creció de 3 millones de toneladas res con hueso en 2004 hasta 3,37 millones en 2009, un aumento del 12%, haciendo la salvedad de que el stock ganadero en este último año era igual o algo inferior al de 2004.

Con estos datos, el planteo para el futuro se basa en que si se supone una tasa de extracción del 23% en 2011 y 2012, luego creciente hasta llegar al 27% en el 2020, el stock de ganado bovino podría incrementarse desde 48,9 millones de cabezas (2010) a 64,3 millones de cabezas (2020). El flujo de animales enviados a faena podría pasar de 11,9 millones en 2010 a 17,3 millones en 2020. Si se considera un peso medio de faena como el de años previos, constante para todo el período proyectado, la producción de carne anual se mantendría en torno a los 2,5 millones de toneladas res con hueso hasta 2012, y recién a partir de 2014 podría superar los 3 millones de toneladas. En el 2020, la producción podría llegar 3,6 millones de toneladas.

Se requerirán varios años de inversión para recién poder recuperar niveles de actividad y producción (sustentables) como los que mostró la cadena en los años recientes (no sustentables). De acuerdo a estimaciones, la Argentina podrá recuperar el nivel de faena observado en 2009 (16 millones de cabezas) si en los próximos años (2 o 3) baja de forma importante la tasa de extracción, de manera de recomponer las existencias de ganado bovino. Para disponer de más animales para faena hacia mediados de la segunda década de este siglo inevitablemente se deberá disponer de menos animales durante los primeros años de la segunda década. Se estima que recién en el 2014 podrán superarse las 14 millones de cabezas faenadas.

Con referencia al consumo de carne bovina en el mercado interno, en el ejercicio se supone que se mantendrá en torno al nivel actual de 56 kilos por habitante (promedio). Este consumo es bajo en relación a los valores históricos, pero debe advertirse que la carne bovina deberá valorizarse en el mercado interno a los efectos de generar los incentivos para la inversión ganadera y las condiciones que hagan posible el aumento de la producción antes referido.

También existe una marcada tendencia a una sustitución entre carnes, a favor de la carne aviar y en detrimento de la carne bovina por parte de los argentinos, incentivado por un abaratamiento de la primera con el transcurso de los años. Adicionalmente, un escenario probable es el crecimiento de la producción y el consumo de carne porcina en Argentina, fenómeno que se producirá con mayor o menor anticipación (pero antes del 2020) cuando la carne porcina hoy cara se abarate respecto de las otras dos carnes.
La mayor producción acompañada de un consumo interno que crece sólo a la tasa del crecimiento poblacional irá incrementando el saldo exportable con el transcurrir de los años, alcanzando 1,2 millones de toneladas res con hueso para 2020 (726 mil toneladas res sin hueso), lo que representaría alcanzar un market share del 12% aproximadamente en el comercio mundial de carne bovina (Brasil tiene el 30% en la actualidad).

En síntesis, hay una oportunidad. Para que el país pueda aprovecharla surgen como condiciones necesarias (no suficientes) la recuperación de la estabilidad macroeconómica (en materia de precios en particular), de la previsibilidad en las reglas de juego y de la libertad de mercado y comercio. También deberán mejorarse otros aspectos que hacen al entorno de negocios en el que se desenvuelve la cadena (financiamiento, infraestructura, controles sanitarios y fiscales, etc.) y al propio funcionamiento de la misma y al comportamiento de sus actores, quienes deberán inexorablemente mirar hacia los mercados de exportación si se desea defender el valor de la producción en un proceso de crecimiento.
El contexto mundial y nacional hace que la cadena de valor de la carne vacuna se encuentre en buena situación en lo que respecta a las posibilidades de crecer tanto en el mercado interno como en el de exportación. La cadena de valor de la carne vacuna tiene su principal restricción en la insuficiente producción de carne incapaz de abastecer los crecientes mercados internos y externos. El achicamiento de la superficie ganadera en manos de la agricultura hace que difícilmente pueda vislumbrarse un crecimiento del stock nacional con miras a aumentar la producción de carne.

El mantenimiento del stock en una superficie que se ha reducido, genera una sobrecarga de los campos que ocasiona sub alimentación de los rodeos de cría y mermas en los índices de preñez. La producción de carne podría verse disminuida en el futuro a causa de una disminución en el número de vientres como consecuencia de la faena creciente de hembras, principalmente de terneras. La imposibilidad de crecer en número de cabezas, hace que el aumento de la eficiencia reproductiva, (entiéndase tasa de destete), se presente como el principal objetivo para lograr el aumento de producción que el sector necesita.
El incremento de la producción forrajera, a través de la implantación, fertilización y manejo de las pasturas y de la fertilización y manejo del pastizal natural es indispensable y prioritario si se quiere mantener el stock nacional y simultáneamente mejorar los índices de procreo. La mejora en el manejo sanitario y alimenticio de los rodeos de cría constituye la única alternativa posible en el corto o mediano plazo para aumentar los índices de preñez y con ello la producción de carne.

Fuente; TODO AGRO - INTA

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