Para los japoneses, este tipo de reacciones ante la adversidad, aún en los niños, es una cuestión cultural. Dado que Japón se encuentra en una de las zonas con mayor actividad sísmica del planeta, es uno de los países mejor preparados para hacer frente a los efectos catastróficos de un terremoto. Esto sirvió no sólo para reducir la cantidad de muertos, sino también para disminuir los daños materiales del último sismo. Los tsunamis son parte de Japón. Por eso los japoneses actúan con previsión y por eso, también, reaccionan con aceptación, serenidad, prudencia, y hasta con resignación.
. Japón es la nación de los tsunamis. El país ha tenido que aprender a convivir con ellos. Es el país que tiene el mayor número de tsunamis registrados en el mundo, aunque no ha vivido el tsunami más grande (ese ocurrió en Alaska en 1958, un tsunami de olas que alcanzó varios metros de altura), ni ha vivido el tsunami más mortífero (ese ocurrió en el océano Indico en 2004, un tsunami que provocó alrededor de 250 mil muertes en Asia). Hay cerca de 200 tsunamis de variada intensidad registrados en la historia de la isla de Japón.
Pero Japón nos ha dado, también, un ejemplo de comportamiento menos señalado por los medios, que no lo destacan salvo para criticarlo: serenidad, prudencia, aceptación. Es algo para lo cual los prepara su religión y su cultura, una especie de desapego frente a las vicisitudes de la vida, común entre los orientales, que provoca rechazo entre los occidentales. Japón es una isla llena de montañas. ¿Qué pueden hacer los japoneses? ¿No vivir junto al mar, que les permite viajar, comerciar y comer? ¿Buscar refugio en las montañas? ¿Resignarse a vivir con miedo?. Los que allí viven están dispuestos a afrontar las circunstancias más difíciles.
Ambas actitudes, la previsión y la resignación, en apariencia contradictorias, son en realidad complementarias. Porque hay que hacer todo lo necesario para enfrentar la furia de la naturaleza, pero tiene que saberse aceptar las cosas que no se pueden impedir que sucedan. Para una mentalidad no oriental es algo muy difícil de admitir, pues los occidentales, están demasiado convencidos que se puede controlarlo todo con la ciencia y con la tecnología.
Sobre el último suceso, todavía continúan apareciendo videos que muestran la capacidad destructiva del tsunami ocurrido en Japón. Casas, barcos, coches o aviones, parecían estar hechos de papel al ver como el mar se los llevó. Ningún otro tsunami en la historia de la humanidad ha sido capturado con tanto detalle por las cámaras como este. Y además, ahora se tiene el tema de las fugas de radioactividad de las centrales nucleares. Tema peligroso y de más difícil solución.
El país nipón cuenta con un Sistema de Alarma de Tsunamis desde 1952, uno de los más sofisticados del mundo. Emite una señal de advertencia mediante altavoces en menos de tres minutos desde que se produce el terremoto. Pero quizás sea la educación de la ciudadanía el mejor modo de prevención ante la catástrofe. En las escuelas los alumnos aprenden, mediante simulacros, que deben cubrirse debajo de sus pupitres en caso de un sismo. Esto es lo que se hizo el día del terremoto y también se pusieron los cascos que tienen en sus armarios. Los adultos conocen cuál es el centro de evacuación más cercano a sus casas, que puede ser desde un parque hasta una instalación deportiva. También se dan cursos en los lugares de trabajo, y las familias siempre tienen en sus casas una mochila equipada con una linterna, comidas enlatadas y todo lo que puedan llegar a necesitar en un caso urgente. Es costumbre que, cuando se produce un terremoto, la televisión pública NHK difunde cuál es su magnitud y donde es el epicentro.
Debemos mencionar que en tiempos pasados, las noticias sobre sucesos desafortunados ocurridos en algún punto distanciado del planeta tardaban meses en ser dadas a conocer. La era del telégrafo y la fotografía las volvió próximas aunque por un tiempo aún se necesitó del relato de testigos que les concedieran volumen y sentido. Hoy, la imagen de un desastre natural es instantánea y múltiple.
Históricamente, desde que en 1923 un terremoto de 7,9 en la escala de Richter produjera la muerte a más de 140.000 personas, este país decidió que tendría que minimizar los efectos de las catástrofes naturales. Los niños japoneses aprenden en la escuela cómo defenderse en la calle o en el interior de los edificios de los peligros de un terremoto. Las construcciones deben seguir estrictas normas para poder soportar los movimientos de tierra más intensos, lo que en este caso han evitado desastres mucho mayores.
También es necesario manifestar que no se puede predecir con certeza el momento y el lugar en que ocurrirá un sismo; sin embargo, es posible estudiar en detalle – mediante simulación en un computador – las características de un movimiento telúrico. El fenómeno ocurre en el momento más inesperado: primero un ruido sordo, similar a las vibraciones producidas por un vehículo pesado. Luego, un brusco y repentino cimbronazo, decreciente en el tiempo, seguido de una fuerte oscilación que se va alargando hasta terminar en un suave balanceo.
El sismo se origina en una falla geológica de la corteza terrestre cuyos lados se mueven repentinamente rozándose uno contra otro. La energía, almacenada lentamente a lo largo del tiempo por deformación elástica, se libera bruscamente, transformándose en ondas sísmicas. Estas se propagan por la corteza terrestre, a velocidades de más de 4000 metros por segundo, provocando a su paso la destrucción.
A medida que el mundo se fue poblando, las inversiones en infraestructura se han multiplicado, aumentando en consecuencia la probabilidad de pérdidas durante catástrofes. La Ingeniería Sísmica y la Ingeniería Estructural se ocupan del complejo problema de defenderse de los terremotos. Algunas de las preguntas que deben contestarse son: ¿Qué sismo es probable que afecte a un lugar dado durante la vida de una edificación?, ¿Para qué seguridad debe diseñarse la estructura?, ¿Qué tipos de daños pueden aceptarse para diferentes intensidades de sismos?, ¿Qué amenazas de deslizamientos de tierra, aludes, rodados, etc., pueden existir en el lugar?. Si la obra está cerca del mar, ¿qué probabilidad y tipo de maremoto o "tsunami" puede ocurrir?, ¿Cómo protegerse de tal fenómeno?.
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