Las PyMEs deben adaptarse al nuevo contexto tanto internacional como nacional. La velocidad y la intensidad del cambio superan frecuentemente la capacidad de adecuación al nuevo escenario. El esfuerzo de capacitación requerido es, en consecuencia, enorme y de ritmo permanente. En este contexto, las PyMEs deben encontrar sus cursos de acción y luchar por permanecer en los mercados.
Dadas las condiciones descriptas, la condición fundamental para la supervivencia y desarrollo de estas empresas es posibilitar su financiamiento.
El gobierno argentino sancionó a principios de 1995 la ley 24467 que se relaciona con las PyMEs y tenía por objeto...”promover el crecimiento y desarrollo de las pequeñas y medianas empresas impulsando para ello políticas de alcance general a través de la creación de nuevos instrumentos de apoyo y la consolidación de los ya existentes”. Entre los instrumentos sancionados se establecía el acceso de las PyME al crédito mediante tasas de interés bonificadas, otorgando preferencia a las empresas radicadas en regiones de menor crecimiento económico y/o que presentan tasas de desempleo superiores al promedio del país, destinando a bienes de capital, constitución de capital de trabajo, reconversión y aumento de las productividad, modernización en diversas áreas de las empresas y financiamiento de exportaciones. Pero a pesar de transcurrir bastante tiempo desde la sanción de la ley no se lograban poner en ejecución y se dilataba la transformación de estas empresas como se pretendía.
Notoriamente las PyMEs, en la Argentina, no tenían acceso al mercado de capitales, es decir, a la posibilidad de captar ahorro público a través de la suscripción de acciones o de obligaciones negociables, que constituían los instrumentos más habituales. La ley establecía el estímulo para la creación de sociedades calificadoras de riesgos especializados en PYMEs, para evaluar su desempeño y su riesgo crediticio, como requisito para dicho propósito. Esto contribuía, junto a otros factores, a que estas empresas permanecieran ausentes del mercado de capitales.
El más novedoso instrumento decidido en la Ley PyME mencionada, fue la creación de Sociedades de Garantías Recíprocas, que como su nombre lo indicaba, tenían el objeto de garantizar operaciones de créditos realizadas por sus integrantes. Estas sociedades, con algunas particularidades en cuanto a su estructura y funcionamiento, existen en diversos países europeos y su principio rector fue el de “garantía mutua” entre sus miembros. Se consideraba factible que la organización de estas sociedades estaría basada en la conjunción de entidades financieras o grandes empresas (que asumirían el rol de socios protectores y pequeñas y medianas empresas – proveedoras y/o clientes de aquellas – (que conformarían la red de socios partícipes). Pero la difusión y real constitución de este tipo de instrumento fueron prácticamente nulas por lo que no se pudo contar con un posible mecanismo de financiación de las PyMEs. En resumen, los cambios que se esperaban con la sanción de la ley no se concretaron de manera efectiva.
Es oportuno comentar que a fines de 2003 se observó un renovado interés por los créditos. Las entidades financieras habían comenzado a diseñar nuevas ofertas crediticias adaptadas al contexto económico y fue recién tiempo después que comenzó a advertirse un mayor interés de las empresas en financiar sus actividades. El regreso del crédito se canalizaba a través de operaciones como compra de cheques y giros en descubierto, además de líneas destinadas a operaciones de comercio exterior. Esta situación comenzó fundamentalmente a partir de la conjunción entre la renovada liquidez de los bancos y la consecuente baja de las tasas y se trasluce en un renovado interés de algunos sectores para obtener financiamiento. También fue interesante un trabajo elaborado sobre información del BCRA e INDEC que analiza la realidad económico-social de las seis Regiones Argentinas, en particular desde la óptica geográfica, poblacional y financiera. El estudio abarcaba distintas variables pero pone énfasis en la distribución regional del crédito, aspecto éste en el que se logra verificar numéricamente una realidad bien conocida; la falta de vigencia de un verdadero federalismo económico y social: el crédito debería llegar quizás con más fluidez a las regiones de menor desarrollo como elemento impulsor del mismo.
Últimamente, ante la poca asistencia bancaria, están apareciendo fondos como el Pymar, que cuenta con capitales argentinos y administrará créditos por valor de u$s. 22 millones. Este fondo está promovido por la fundación española Empresa y Crecimiento. Se espera con ese dinero financiar a aproximadamente 12 Pymes. Los proyectos que financiarán serán para empresas que ya hayan exportado porque eso quiere decir que han sido capaces de certificar sus productos. El intento es buscar firmas que tengan un retorno importante de la inversión. Pymes tiene más acceso al mercado de capitales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario