lunes, 12 de mayo de 2008

Los ingresos: breves comentarios sobre su distribución (I)

La distribución del ingreso mide cómo se reparte la riqueza que produce un país en un año entre sus habitantes, al margen de si su economía crece, está estancada o no crece. Un país puede ser muy pobre y tener una distribución del ingreso con menos contrastes que la de un país rico. También puede crecer y al mismo tiempo empeorar la distribución del ingreso porque el sector más rico de la población obtiene una mayor porción de ese crecimiento. La hipótesis convencional de que el crecimiento económico es clave para la reducción de la pobreza, muestra sólo una parte de la problemática. Es sumamente complicado en regímenes determinados y en contextos de economías de mercado reasignar recursos de modo y magnitud tal que se erradique la pobreza, dado que implica decisiones políticas en las esferas tributarias, fiscales y económicas, en general de dificultosa implementación como para que sin crecimiento se verifique este proceso. Lo que no siempre se dice es que la estructura de la distribución del ingreso sienta las bases que hacen muchas veces que este proceso, tal como se ve en la Argentina, se agrave aun en la presencia de crecimiento económico. América Latina tiene la mayor brecha social de todas las regiones del mundo. En esta región, el 5% más rico recibe el 25% del ingreso nacional, mientras que el 30% más pobre recibe menos del 7,5%. El 10% más rico de la población de la región tiene un ingreso que es 84 veces mayor que el del 10% más pobre. La principal causa de la pobreza en América Latina es la concentración del ingreso, aún más que la recesión, esto complica a la región en la meta mundial de reducir a la mitad sus índices de pobreza para el año 2015. La complejidad del problema queda en evidencia cuando se observa la tendencia en casi todos los países a la polarización en la distribución del ingreso. Hasta en Japón, un país con alta estima y tradición por la igualdad social, hay evidencias en ese sentido (al respecto, se publicó un interesante artículo en The Economist, del 15 de junio de 2006, (The risings un leaves some japanese in the shade). Algunos especialistas han explicado ese aumento de la concentración de riquezas en el ritmo y orientación del cambio tecnológico que impone una gran demanda de formación de la fuerza laboral. En esa línea se recomienda una política integral de mejoras en la educación, aunque en el caso de ser consecuente y exitosa los resultados se reflejarían recién en el largo plazo. En el corto, además de estrategias públicas focalizadas (gasto social, impuestos e infraestructura), juega un papel relevante cómo se estructuran y se vinculan las fuerzas productivas. La Economía se ha concentrado en el estudio de tres distribuciones: la personal, la funcional y regional. En la distribución personal se estudia la forma cómo el ingreso total está distribuido entre los individuos (u hogares) de la sociedad. En cambio, en la distribución funcional el interés se centra en la forma cómo el ingreso total se divide entre los distintos factores productivos (ej. trabajo, capital, tierra). Tanto en sus aspectos positivos como normativos, la distribución funcional fue la más estudiada por la Economía en sus inicios. Un incremento de la participación de los salarios en el ingreso era interpretado como una mejora de la distribución personal del ingreso. En la actualidad, la relación entre distribución funcional y personal se ha vuelto más difusa, en parte debido a que muchos agentes económicos en la cima de la distribución, son asalariados (ej. gerentes de empresas). Finalmente, la distribución regional toma como objeto de comparación los ingresos medios de distintas áreas geográficas, sin importar las diferencias internas en cada región. En la Argentina – haciendo un poco de historia - se advierte hacia mediados de los setenta un claro quiebre en la tendencia creciente que venía registrando la remuneración media real desde principios del decenio anterior. Más aún, si no se considera el episodio recesivo 1959/61 aquel comportamiento positivo estaba presente – siempre con altibajos – desde los cuarenta. El poder adquisitivo del salario real cayó un 30% en 1976 agudizando un proceso iniciado en la segunda parte de 1975, luego del fenómeno conocido como “el Rodrigado”. Entre 1982/86 se usaron controles de precios, salarios, cambios y tasas de Interes .El PBI no cambió y el ingreso Personal subió 53%. El ingreso Personal de los mas ricos, crece un 50.6%. El ingreso Personal de los mas pobres crece un 50.9%. Entre 1986/90, colapsan las políticas de ingresos: inflación y desequilibrio externo. El PBI cae 15% y el ingreso de las personas un 38%. El ingreso Personal de los mas ricos cae un 34.2%. El ingreso Personal de los mas pobres cae un 42.8% Entre 1982 y1990 : el sistema de política de Ingresos dio crecimiento neto negativo. Termina en Hiper. El PBI y el Ingreso Personal descienden: 15% y 5%. El ingreso Personal de los más ricos cae un 1%. El Ingreso Personal de los más pobres desciende un 14%. Se deteriora la distribución del ingreso. Entre 1990/98 : rige la Economía de Mercado. El PBI y el ingreso Personal crecen parejo: 45% y 54%. El Ingreso Personal de los mas ricos crece un 64%. El ingreso Personal de los más pobres crece un 39%. S e deteriora la distribución del ingreso. En los años noventa, en la Argentina fue posible ver cómo el crecimiento con empeoramiento en la distribución del ingreso, generó asimismo más pobreza. Se puede afirmar que crecimiento y distribución no son independientes, sino que por el contrario están fuertemente interrelacionados. Después cambió en el país el patrón de crecimiento de la economía. las políticas de ingresos (Programa Jefes de Hogar, incrementos de los salarios a través de la fijación de nuevos mínimos y la promoción de la negociación colectiva, etc.) cumplían un rol central como factores dinamizadores de la demanda doméstica. De todos modos, esto resultó insuficiente como para reducir no sólo la desigualdad imperante, sino también para erradicar la pobreza extrema, lo cual debería ser el objetivo central de desarrollo económico y social. En el colapso del patrón de acumulación económica (o de desarrollo) argentino del período 1991-2001, si bien muchos argumentan acerca de los problemas de competitividad de la economía, y otros los restringen a temas de disciplina fiscal y de confianza, el fracaso del modelo de la convertibilidad (mucho más que la mera paridad cambiaria) estuvo dado, entre otros factores, por la regresiva distribución del ingreso que fue segmentando la sociedad, excluyendo a vastos sectores de la población, a pesar de estar en presencia de tasas de crecimiento económico significativas. Esto generó un patrón de acumulación desarticulado socialmente, con su correlato en los niveles sectorial y regional, que una vez agotados los factores de crecimiento económico derivó en un proceso implosivo y recesivo hasta que estalló la crisis. (continuará)

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