Mientras los países desarrollados tardaron un siglo en envejecer, los países en desarrollo envejecerán en menos de 30 años. De no haber cambios en los sistemas de salud y de previsión social. En 2050 se vivirá más, pero puede desmejorar la calidad de vida. Esto surge de un informe de la Comisión Económica para la América Latina (CEPAL). El pronóstico para la Argentina es que dentro de cincuenta años habrá más ancianos que menores de catorce años.
Se observa en el país una baja natalidad y una población con tendencia a envejecer. Las estadisticas comparan que en 1900, el promedio de hijos por mujer era de siete; hoy alcanza a dos y tres, y se considera que dentro de veinte años será de dos.
En la Unión Europea, que tiene una tasa de fecundidad de 1,5, hace unos diez años analizan e implementan políticas para que su población tenga más hijos y así se eviten los problemas que surgen de la baja natalidad. Es difícil analizar el comportamiento de la población con respecto a la natalidad. Su descenso no sólo se debe al control personal de la pareja, sino también a la mayor inserción laboral de la mujer y al aumento de su nivel de educación.
En Europa, se implementan políticas para mejorar la relación entre trabajo y familia. En el caso de Alemania, cuya tasa de fecundidad es de las más bajas de Europa (1,4 hijos por mujer); se otorgan licencias por paternidad de hasta doce meses; un salario de ayuda del 67% del sueldo neto y otorgando subsidios para madres que se queden en el hogar.
En el caso de Francia se conceden licencias pagas de seis semanas antes y de diez semanas después del parto de los dos primeros hijos. Además, subsidios prenatales y hasta los tres meses de vida del niño, desde 500 euros; a partir del tercer hijo el subsidio aumenta a 1000 euros. En cuanto a España (1,9 hijos por mujer), se otorga un aporte por recién nacido de 2500 euros o 3500 euros si nace en familias numerosas. También en Italia (1,29) se ofrecen subsidios por nacimiento y licencias por paternidad y maternidad.
Es evidente que el tema económico no está ajeno a la cuestión de la natalidad. En estos casos, el dinero y la paternidad se juntan y muchas veces condiciona la decisión de tener un hijo o, incluso, seguir agrandando a la familia.
Según un estudio de la Fundación Observatorio de la Maternidad diagnosticó que dentro de 50 años en el país descenderá la natalidad, pero seguirá siendo alta en las zonas más pobres. Las madres de menores recursos tienen en promedio 3,3 hijos en contraposición a la tasa de 1,6 que tienen las que no son pobres. En tanto, las madres indigentes – que no pueden costear una canasta determinada de alimentos –tienen 3,7 hijos.
Sólo el 50% de la población del país tenía acceso a una cobertura social o a un plan médico. En la ciudad de Buenos Aires, donde hay 1,39 hijos por mujer, el 74% de la población accedía a una cobertura de salud. Por su parte, en la provincia de Buenos Aires, la tasa de fecundidad era de 2,17 y el 50% de los bonaerenses estaba cubierto. En Salta, la tasa que era de 2,87, tenía una cobertura que sólo alcanzaba al 40% de los ciudadanos. También en Misiones, que registraba la mayor tasa de fecundidad del país, 3,5, la cobertura llegaba al 40%. Estos últimos datos extraídos del Informe 2007 de Indicadores Básicos del Ministerio de Salud de la Nación.
Para algunos, lo más negativo del escenario trazado, en especial para la Argentina, es que debido a la caída de la tasa de natalidad (cantidad de niños por mil habitantes), de 18,5 a 11,9, el país dejará de crecer demográficamente en 2050, se acentuarán las desigualdades socioeconómicas y la cantidad de personas activas no será suficiente para sostener los sistemas de salud y de previsión social.
En nuestra opinión puede estar muy lejos la verdad de estas aseveraciones para el futuro. Si esto es realmente así, se deben ya aconsejar y proyectar planes de inmigración seleccionada, basándonos en la amplia extensión de nuestro territorio, que tiene gran cabida para personas que accedan a nuestro suelo brindando su trabajo y su cultura. Deben recordarse los anuncios pesimistas de fines del siglo 18 donde un tal Malthus se inquietaba pues decía que el aumento poblacional - de aquellos tiempos - sería tal que no alcanzarían los alimentos para conformar al explosivo aumento de habitantes. Aunque por suerte no se dieron estos augurios; por lo menos fue sumamente interesante su enfoque en el recordado Ensayo. Fue un planteo de la época, que tuvo su solución.
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