El sector gobierno constituye una parte clave de la economía, la naturaleza del sector público, varía en cada país según los acuerdos institucionales concretos, la idoneidad y la generosidad (o irresponsabilidad) de los regímenes. El papel del Estado es estar principalmente comprometido en la seguridad nacional, en la seguridad interna, en la justicia y en los servicios que proporcionan asistencia en las áreas de salud, educación, jubilación y en la protección mediante programas de seguros o mejoras estructurales para hacer frente al desempleo.
El gobierno al igual que los agentes, también tiene una restricción presupuestaria, estas son los ingresos que provienen de fuentes tributarias o por financiamiento interno y externo, estos ingresos sea aplican al gasto de gobierno que se realiza en la compra de bienes y servicios o en la inversión en bienes públicos.
El gasto público puede dividirse en cuatro categorías. La primera se refiere al consumo del gobierno que incluye los salarios que paga el gobierno a sus trabajadores, así como sus pagos por los bienes que adquieren para el consumo corriente. En segundo lugar, la inversión del gobierno incluye una variedad de formas de gasto de capital como construcciones de caminos y puertos. Tercero, la transferencia al sector privado como pensiones de retiro, seguro de desempleo y otros. En cuarto lugar tenemos el interés sobre la deuda pública. Estos gastos generalmente se dividen en dos grandes rubros: lo que el gobierno gasta en bienes para su mantenimiento, como salarios, servicios y otros, cuyo impacto es escaso, se denomina gasto corriente. El gobierno también transfiere a los consumidores beneficios de salud, educación y otros. Además, realiza gastos en construir carreteras, hospitales, aeropuertos, universidades, irrigaciones. Estos gastos de alto impacto se denominan gastos de capital.
Un mayor gasto continuo en el tiempo, se transforma en un gasto permanente cuyos efectos son los siguientes: a) Si no hay mayores ingresos, el volumen de deuda se eleva, ello presiona al alza de los intereses, a la atracción de capitales de corto y largo plazo y con ello se produce una apreciación real, que afecta a los exportadores y el producto, b) Si no hay capacidad de deuda ni de alza de ingresos, entonces se impulsa la emisión de dinero, lo cual hace que la expansión monetaria sea mayor a la demanda de dinero, con ello el gasto interno crece y también la inflación, al punto que cualquier mejora del tipo de cambio nominal es rebasada por la pérdida o apreciación real de la moneda afectando a los exportadores, c) Un gasto inflacionario reduce la capacidad adquisitiva de la recaudación tributaria. Por ello el Estado, en este contexto, debe tener saldos tributarios adelantados, esto supone obtener ingresos previos a la aparición de la inflación, para evitar que el estado no pueda asumir sus gastos que crecen a ritmo de inflación e ingresos, que de no darse el pago adelantado, caerían al ritmo de crecimiento inflacionario. (conocido como efecto Olivera - Tanzi).
La emisión de bonos en un período, que financian gastos del mismo período, implica que en el tiempo se recurra a mayores tributos para pagar los bonos, en un modelo de dos períodos, podemos decir que los bonos emitidos en el primer período se pagan en el segundo.
Si el gobierno gasta en un período más de sus ingresos, debe asumir deuda, de modo que el período siguiente paga la deuda pero a costa de mayores impuestos. Sólo en el caso que el mercado financiero sea poderoso, de modo que compre continuamente deuda, se puede tener una menor alza tributaria. La relación entre impuestos en el tiempo y sus gastos en un contexto intertemporal, se denomina equivalencia Ricardiana. Las inversiones públicas y privadas deben estar en equilibrio continuo con el ahorro generado en la economía.
El modelo de equilibrio entre ahorro inversión concluye estableciendo que si el estado está en déficit y el sector privado está en déficit, entonces el saldo en cuenta corriente es negativo. En este caso demandamos bienes o servicios y pagamos con fondos externos, en este caso la economía es muy vulnerable a shocks externos y la posibilidad de crisis por falta de pagos es alta. Esto se debe a que financiamos la economía con recursos externos y estos fondos pueden faltar en la economía, sobre todo si son de corto plazo.
Aunque la Argentina no enfrenta riesgos fiscales inminentes, es necesario que el Gobierno revierta la tendencia al deterioro de las cuentas públicas. En épocas de turbulencia en los mercados financieros mundiales, la moderación es clave para preservar la estabilidad macroeconómica, así se advertía en la situación fiscal en la primera mitad de 2007.
El panorama no es de riesgo inminente, pero el vuelco del escenario financiero internacional hace aconsejable una mayor prudencia. Más riesgo-país implica más tasa de interés y por todos los medios hay que evitar entrar en un círculo que pueda desgastar aún más el superávit fiscal.
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