La relación entre empleados y empleadores cambió notablemente en los últimos quince años. En EE.UU., por ejemplo, la gente está más preocupada por desarrollar sus conocimientos y ser mejor valorada, porque saben que no van a estar para siempre en una misma firma. Y esto sucederá también en América Latina, por eso comienza a usarse la técnica del “outplacement”, es decir, de reeducación para ayudar a desarrollar los conocimientos que les permitan encontrar nuevas oportunidades. Para aceptar un cambio hay que entender las razones por las que se lo hace y los empleados van a estar mejor predispuestos si las comprenden.
Una de las consecuencias de la internacionalización es que la competencia entre las economías nacionales y por lo tanto entre los mercados laborales y los sistemas sociales aumenta y, al mismo tiempo, hay una mayor posibilidad de transferencia de producción y servicios de los países industrializados hacia los subdesarrollados. Esto también apunta a que en América Latina las cifras de desempleo, la pobreza y la economía informal, muestran que los mercados laborales tienen una funcionalidad muy limitada aún cuando la situación en los distintos países es muy diferente. Las crisis económicas y las fusiones empresariales, crearon un terreno inestable en el ambiente de trabajo.
Una parte del problema también consiste en que la modernización de la economía va acompañada por una eliminación de tareas simples ejercidas antes por personas sin capacitación alguna mientras que, simultáneamente, las exigencias para nuevos puestos aumentan cada vez más.
Las tasas de desempleo en distintos países nos informan de las particularidades de cada uno de ellos: en la Unión Europea: (a junio de 2000), Suecia: 7%, Bélgica: 9%, Alemania: 9,l%, Finlandia: 10%, Francia: 11,1%, España: 16,l%. En promedio, la Unión Europea había acusado una tasa de desempleo en 1998 del 10,9%, mientras que en 1999 había llegado al 10,3%.
En los EE.UU. la tasa de desempleo a diciembre de 1998 llegaba al 4,3% de su población activa, también alcanzó ese porcentaje en julio de 1999. El índice de desocupación de Japón a fines de 1999 llegaba al 4,7%, aproximadamente.
Hay acontecimientos que impactaron de manera muy especial. La crisis asiática se transmitió a América Latina. Como resultado, el crecimiento del producto sólo llegó al 2,6% en 1998. La generación de puestos de trabajo se tornó insuficiente, la tasa de desempleo promedio subió de 7,2% al 8,4% y el proceso de informalidad continuó acentuándose. Se estimaba que cerca del 59% de la ocupación estaba en el sector informal.
El trabajo en negro estuvo acompañado por la precarización, derivada del uso creciente de contratos temporales introducidos como instrumentos de flexibilización, y por la expansión de trabajadores sin contratos. Alrededor del 35% de los asalariados estaba en esas condiciones en Argentina, Colombia y Chile, y el 74% en Perú.
El proceso de ajuste recayó fundamentalmente sobre las empresas grandes, la industria y la construcción, jugando el sector público un papel moderador al expandir su nivel de empleo. La inflación continuó disminuyendo y permitió que, en promedio, los salarios reales, mínimos e industriales, continuaran recuperándose al 4,1 y 1,8%, respectivamente. La devaluación cambiaria contribuyó en varios países a reducir los costos laborales en dólares y, por ello, a aumentar la competitividad. Pero este aumento fue inferior al que alcanzaron los países del sudeste asiático. En América latina, el aumento fluctuó entre 0,3 y el 11%; mientras que en los países asiáticos aumentaba en alrededor del 50%.
Veamos la evolución del desempleo a nivel mundial en los años recientes: la cantidad de personas desempleadas y en busca de trabajo en 2003 alcanzó la cifra récord de 185,9 millones, o un 6,2 por ciento del total de la fuerza de trabajo. Se trataba de la mayor cifra de desempleo registrada hasta ahora, según manifestaba la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su informe anual, “Tendencias Mundiales del Empleo”. Pero el número de personas desempleadas en el mundo registró un nuevo aumento en 2005 evidenciando que el fuerte crecimiento económico no lograba compensar el aumento en la cantidad de personas que buscan trabajo, en particular entre los jóvenes, que eran la mitad de los desempleados.
Tampoco el crecimiento económico mundial, que alcanzó el 4,3% en 2005, pudo mejorar la situación de los trabajadores pobres. Sólo 14,5 millones de los más de 500 millones que ganaban menos de un dólar diario salieron de la miseria extrema. Pese al crecimiento económico, el desempleo no cesaba de aumentar, alcanzando 191,.8 millones de personas en todo el mundo, señalando que el mayor incremento del problema se registraba en América Latina y el Caribe. De los 2.800 millones de trabajadores en el mundo en 2005, la mitad todavía no ganaba lo suficiente como para salir de la línea de pobreza, situada en dos dólares diarios. La tasa de desempleo mundial, del 6.3 por ciento, no había variado después de dos años consecutivos de reducción.
En cuanto al 2006 la información de la OIT expresaba que el desempleo en el mundo llegaba a un máximo histórico con 195,2 millones de personas. El número de gente de más de quince años que querían y podían trabajar no lo encontraban; estaba en su cifra más alta, pese al fuerte expansión económica mundial de los últimos años. Pero también destacaba que pese al aumento en números absolutos del número de parados en el mundo, el de gente que trabajba crecía a un ritmo superior. Desde 2002 la tasa de desempleo se había reducido en todo el mundo tres décimas. Además manifestaba que la productividad, de hecho, había aumentado en la última década el 26 por ciento, mientras que la creación de empleos lo había hecho el 16,6 por ciento. Aún así, la OIT seguía transmitiendo un mensaje, ya que el fuerte crecimiento económico, que será difícil mantener indefinidamente", no se traducía en creación de empleos, tal y como ocurría hace diez años, sino únicamente en aumento de productividad, salvo en determinados países. La creación de empleos dignos y productivos es esencial para reducir el número de familias que viven en situación de pobreza. A su vez, es un requisito para el desarrollo y el crecimiento económico en el futuro.
Según datos del Centro de Economía Internacional las tasas de desempleo (promedios anuales en %) en el año 2006 fueron las siguiente (selección de países): Alemania, 8,1%; Argentina, 10,2%; Australia, 4,9%; Austria, 4,8%; Bélgica, 8,3%; Bolivia, 9,2(2005)%; Brasil, 10,4; Canadá, 6,3%; Chile, 8,0%; China, 4,1%; Colombia, 12,0%; Ecuador, 10,1%; España, 8,5%; Estados Unidos, 4,6%; Francia, 9,0%; Grecia, 8,9%; Italia, 6,8%; Japón, 4,1%; Malasia, 3,4%; México, 3,6%; Perú, 8,7%(2005); Paraguay, 7,6%(2005); Reino Unido, 5,4%; Rusia 7,6%(2005); Singapur, 2,7%; Suecia, 4,8%; Tailandia, 1,5%; Venezuela, 9,7%; Uruguay, 10,9%. Un comentario reciente hacía referencia que la economía de Estados Unidos tuvo en marzo/08 una pérdida neta de 80000 puestos de trabajo y que el índice de desempleo subió tres décimas, situándose en el 5,1%. El índice de desempleo de marzo era el más alto desde septiembre de 2005.
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