sábado, 16 de febrero de 2008

Crecimiento y Desarrollo Económico

En sus conceptos básicos: habrá crecimiento económico en un país cuando se produce un aumento reiterado de su PBI real en un periodo de tiempo. Mide el incremento de la actividad económica, independientemente de la situación social y ambiental en que viven las personas. El crecimiento alude a un proceso y una meta que podrían alcanzarse, hasta con hombres máquinas, chimpancés disciplinados o autómatas. Crecimiento, en términos simples significaría MAS. El desarrollo económico, en cambio, trata del mejoramiento de la calidad de vida, aumento de los ingresos de las personas, y distribución equitativa. Implica: educación, empleo digno, salud, alimentación, ambiente sano, justicia, equidad, libertad civil, seguridad social, esperanza de vida, etc. El proceso de desarrollo busca para toda la sociedad, satisfacer sus necesidades materiales e inmateriales en un largo plazo. Supone ajustes legales, institucionales para dar incentivos, para fomentar innovaciones e inversiones con el propósitos de crear un eficiente sistema de producción y distribución de bienes y servicios. Desarrollo económico significaría MEJOR. De allí que podrían darse situaciones de crecimiento económico sin desarrollo. Así una nación podría aumentar en su ritmo productivo, pero mantener una desigualdad notoria entre sus clases, con preferencia de algunas, en detrimento de otras. También la inversa, de desarrollo sin crecimiento, un ejemplo sería la de un país nuevo, que recién inicia sus etapas de desenvolvimiento económico y donde ese desarrollo implica gastos de infraestructura, necesarios para establecer los cimientos de su próxima expansión. Puede existir un desarrollo ordenado, que difícilmente en estos primeros pasos tenga un PBI favorable. También una culminación de desarrollo implicaría, generalmente, marchar al unísono con un crecimiento satisfactorio.. Veamos un breve historial de estos procesos: las primeras preocupaciones de los estudiosos se dirigieron precisamente hacia el problema del crecimiento económico. El modelo elaborado tenía un substrato esencialmente agrario. Mientras hubo tierras libres, la humanidad pudo crecer sin ningún límite. El exceso de población, cuando se producía, tenía una vía de escape en la emigración y en la roturación de nuevas tierras. Todas las personas podían así obtener con su trabajo el producto suficiente para su subsistencia y para el mantenimiento de su familia. Pero cuando todas las tierras fértiles fueron utilizadas, el proceso de crecimiento empezó a mostrar sus limitaciones. Al continuar aumentando el número de los pobladores, los nuevos terrenos agrícolas requerían un mayor esfuerzo y proporcionaban menor cantidad de producto. Las mejores tierras tenían que alimentar a una población creciente y la mayor cantidad de trabajo que se les aplicaba conseguía muy menguados resultados en la producción. O sea, cuando la tierra se convirtió en un factor limitativo, la ley de los rendimientos decrecientes empezó a actuar y la productividad del trabajo a disminuir El crecimiento industrial que se produjo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII requería una explicación diferente. El modelo elaborado incluyó por lo tanto al capital como el principal factor del crecimiento económico. Pese a ello, presentaba muchas similitudes con el de sus predecesores y conducía a conclusiones igualmente pesimistas. El número de trabajadores era el que actuaba aquí como factor limitante. La acumulación del capital hacía que aumentara la cantidad de capital existente por trabajador. La escasez creciente de trabajadores hacía que aumentara el salario real que percibían y que disminuía la productividad del capital. La tasa de beneficios disminuía de forma continua hasta que se hacía nula y se detiene la acumulación. Se llegaba así de nuevo a una situación estacionaria. Un gran número de pensadores modernos, dedicaron su labor investigadora a la ímproba tarea de recopilar, depurar y estimar los datos históricos y la magnitud de las variables económicas durante largos períodos en los países occidentales. De los resultados de sus muchos años de esfuerzo se pudieron deducir varios hechos, característicos del crecimiento económico de los países actualmente más desarrollados. Destacaremos algunos de esos hechos: la población crecía de forma sostenida. El capital había aumentado más rápidamente que la población, la producción había crecido más rápidamente que el capital, el salario real había crecido más rápidamente que la productividad, estimada como producción por hora de trabajo, los cambios en la distribución funcional de las rentas resultaron ligeramente favorables a las rentas del trabajo, el tipo de interés había oscilado de forma cíclica, sin que se pudiera distinguir una tendencia determinada, aunque con visible reducción de la volatilidad, la relación capital-trabajo ha permanecido estable a partir de 1950. Aunque en la industria esa relación ha aumentado, el desplazamiento de un gran número de trabajadores hacia el sector servicios ha mantenido estable dicha tasa considerada globalmente, la relación inversión/producto había permanecido estable, la tasa de crecimiento del producto ha permanecido constante a largo plazo y muy superior a la tasa de crecimiento del trabajo, del capital y de los recursos productivos. Todas estas situaciones contradecían en conjunto la hipótesis del estancamiento final de los modelos anteriores. Parecía indiscutible que el crecimiento económico ya no dependiera sólo del avance de los factores productivos —la cantidad de tierra, de trabajo y de capital disponibles— sino también y principalmente de las mejoras en el conocimiento, en la tecnología y en la organización de las empresas. ¿Hay un límite al crecimiento? Algunos científicos afirman que estamos corriendo hacia un precipicio y que debemos interrumpir inmediatamente nuestro esfuerzo de crecimiento. Sostienen que si se mantienen las tendencias actuales de crecimiento de la población mundial, industrialización, contaminación ambiental, producción de alimentos y agotamiento de los recursos, este planeta alcanzará los límites de su crecimiento en el curso de los próximos cincuenta o cien años. El resultado más probable será – según estas teorías – de un súbito e incontrolable descenso tanto de la población como de la capacidad industrial. Esto vendría acompañado de tasas de contaminación mucho más altas y la mortandad consiguiente reduciría la población humana incluso a niveles inferiores a los de la secuencia tipo. La introducción de controles sobre el uso de recursos, la producción de contaminantes y la natalidad, tampoco conseguirían impedir el desenlace final. Es muy frecuente intentar romper cierto círculo vicioso por el eslabón del ahorro-inversión, alentando las inversiones muy por encima de los límites que impone el ahorro. El resultado inevitable sería que la demanda nacional superaría a la capacidad productiva y que se generarían fuertes tensiones inflacionistas. Las elevadas tasas de inflación que han azotado frecuentemente a Latinoamérica y a otras zonas del mundo se deben en parte a esa pretensión. La inflación finalmente produce los efectos contrarios a los buscados: la incertidumbre impide la iniciativa empresarial y la inversión busca rentabilidades en la especulación en vez de en la producción. Muchos países en desarrollo (emergentes) estarían consiguiendo tasas de crecimiento muy interesantes basadas en el uso productivo de tecnología muy avanzada. Estos son los países que están abiertos y fomentan las inversiones procedentes del exterior. Para ellos, la existencia de países desarrollados, de su cultura, tecnología y capital, han actuado como impulsores para sus despegues y como combustible para el crecimiento económico. Los mejores clientes de los productos de estos emergentes son los países más ricos. Pero abrirse al comercio internacional puede también representar algunos inconvenientes. Existen por parte de los países centro, barreras comerciales y también políticas que impiden la llegada de productos de los países emergentes a los más desarrollados. Este problema es la base de las teorías de la dependencia o del desarrollo desigual. Durante la segunda mitad del siglo XX los organismos internacionales han dedicado grandes recursos a promover el desarrollo. En algunos aspectos, su actuación ha tenido un buen efecto. La atención sanitaria y la educación han mejorado en casi todas las regiones del mundo. La mortalidad infantil ha disminuido. La esperanza de vida de la población mundial es actualmente muy superior a cualquier otro momento de la historia. El proceso de rápido y sostenido crecimiento económico que han experimentado algunos países asiáticos y latinoamericanos en los últimos años muestra claramente que existe la posibilidad de una salida para el subdesarrollo. Pero la diferencia entre los pobres y los ricos sigue aumentando y continúa existiendo poblaciones sin mejoras perceptibles en su nivel de vida. ¿Cuál será el camino para la solución de estos problemas?

1 comentario:

Anónimo dijo...

bastante buena su apreciación


le dejo extendida la invitacion paraque visite nuestro blog y pueda compartir su opinion con nosotros
http://crecimientoydesarrolloeconomico.blogspot.com/