En Brasil el Índice Nacional de Precios al Consumidor (IPCA-15) amplió su ritmo de alza al avanzar 0,27% en agosto en comparación con julio, informaba el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE). La inflación acumulada en lo que va de 2011 llega a 4,48%. En el ciclo de 12 meses concluido en agosto el aumento es de 7,10%. Los precios de alimentos y bebidas -que en julio habían caído 0,39%- volvieron a subir, contabilizando un aumento de 0,21% en este mes. Las comidas en restaurantes ejercieron el principal impacto individual en el indicador, al aumentar 0,92% en agosto en relación al mes anterior, indicaba el IBGE. El mismo comportamiento se vio en transporte, que en julio mostró una retracción de 0,02% y ahora pasó a un aumento de 0,03%. En el grupo comunicación hubo deflación, aunque de menor intensidad, con una caída de precios de 0,11% a 0,06% en el período. En otros cuatro grupos la inflación aumentó entre julio y agosto: vivienda pasó de un aumento de 0,28% a 0,32%; artículos del hogar pasaron de un avance de 0,21% a un crecimiento de 0,66%; indumentaria salió de un aumento de 0,15% para aumentar 0,68% y la educación pasó de un alza de 0,15% a un avance de de 0,24%.
Uruguay se encuentra entre los países del mundo que goza de una situación económica más exuberante en el contexto internacional. Sin embargo, no está exento de vulnerabilidades. La estructura exportadora, orientada a la venta de productos primarios o de escasa industrialización, la dependencia comercial y financiera respecto a los países que hoy en día lideran el crecimiento mundial, y la débil posición fiscal, hacen a Uruguay presa fácil de un cambio en el contexto internacional. El director ejecutivo del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), llamó a mantener un optimismo cauteloso y no caer en la euforia que caracterizó los momentos de mayor auge en la historia de Uruguay. Señaló que Uruguay está bien posicionado en el actual contexto internacional, pero no está inmune a la crisis que afecta a las economías desarrolladas.
Durante la crisis financiera mundial, el gobierno chino detuvo los avances del yuan por casi dos años, manteniendo la moneda atada al dólar hasta junio de 2010. A partir de entonces subió más de un 6%. Pero, actualmente, entre los motivos para permitir que suba estarían la inflación y el alza del superávit comercial manifestado ya en julio. Las autoridades chinas están permitiendo a la moneda apreciarse en un marco en que la desaceleración del crecimiento y la volatilidad de los mercados monetarios insinúan una nueva recesión. Además de acotar la inflación y acelerar de China hacia un crecimiento con impulso propio, un fortalecimiento del yuan también podría estar indicando la voluntad de contribuir a una recuperación de la confianza en la economía mundial. En días del mes de agosto y por primera vez en cerca de 17 años se cotizaba a más de 6,40 por dólar.
En la actualidad, tanto Estados Unidos como la eurozona tienen un común denominador y es su débil situación fiscal, La rebaja en la calificación de la deuda estadounidense por parte de Stándard & Poors sin duda fue el detonante que inició la preocupante venta en Wall Street. Peero el pánico contagió de inmediato a Europa, con el Banco Central Europeo adquiriendo bonos italianos y españoles para evitar que la crisis del euro, que ya afecta a Grecia, Portugal e Irlanda, se extienda a nuevos países.
Un ofrecimiento interesante: multimillonarios franceses piden que se cree un impuesto a la riqueza. Dieciséis grandes empresarios y mayores fortunas firmaron un texto en el que exhortan a la "instauración de una ´contribución excepcional´ que afectaría a los contribuyentes franceses más favorecidos" para reducir el déficit presupuestario. "En un momento en que el gobierno pide a todos un esfuerzo de solidaridad, nos parece necesario contribuir al mismo", dicen en una carta publicada en la página web del semanario francés Nouvel Observateur. Este llamamiento está firmado por Jean-Paul Agon, presidente de L´Oréal; Antoine Frérot, de Veolia Environnement; Denis Hennequin, de Accor; Marc Ladreit de Lacharrière, presidente de Fimalac; y Maurice Lévy, de Publicis. Asimismo firman el escrito Christophe de Margerie, director de Total, Frédéric Oudéa, de la Société Générale; Jean Peyrelevade, presidente de Leonardo France; Franck Riboud, de Danone; Stéphane Richard, de Orange y Louis Schweitzer, presidente Volvo y de AstraZeneca. El presidente de Meetic, Marc Simoncini; Jean-Cyril Spinetta, presidente del consejo de administración de Air France-KLM y el del consejo de vigilancia de Areva y Philippe Varin, presidente del directorio de PSA Peugeot-Citroën están en la lista. Claude Perdriel, presidente del consejo de vigilancia Nouvel Observateur y Liliane Bettencourt, accionista de L´Oréal, también han agregado su firma. Maurice Lévy, que es también presidente de la Asociación Francesa de Empresas Privadas (AFEP), fue el primer empresario en Francia en manifestarse a favor de una "contribución excepcional" de los ingresos más altos, en la línea con el llamado del multimillonario estadounidense Warren Buffett a mediados de agosto. Pierre Bergé, ex director de la casa Yves Saint Laurent, y Geoffroy Roux de Bézieux, presidente de Virgin Mobile, le siguieron unos días después. Otros grandes empresarios no han querido firmar el texto publicado pero no es que ello signifique que están en contra de un esfuerzo fiscal adicional, precisa el semanario. No obstante, esta medida debería acompañar a esfuerzos adicionales como la restauración de la competitividad de Francia, la reducción de gastos públicos o la creación de valor añadido.
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