jueves, 17 de marzo de 2011

La economía mundial resentida por los movimientos sísmicos

El caso reciente del terremoto ocurrido en Japón, con su secuela: el tsunami que es lo que originó un avance de las aguas y creó destrucción material y gran cantidad de pérdidas de vidas, es un fenómeno natural que ha conmovido al mundo. Naturalmente, las economías se han sentido impactadas por estos terribles sucesos, tanto en el propio Japón fuertemente devastado, como en una buena cantidad de los países del orbe que han sentido de una u otra forma las consecuencias de este fenómeno.
Buscando una explicación sobre el origen de estos fenómenos, ésta estaría en su propia definición. Se considera un tsunami a las olas producidas por una erupción volcánica o un movimiento sísmico en alta mar, que pueden alcanzar 30 metros de altura al romper en las costas. También pueden recorrer distancias considerables, devastando zonas costeras situadas a miles de km. de su origen. Este vocablo de origen japonés significa en ese idioma “Ola gigante que llega al puerto”.
Pero nos interesa especialmente en este comentario, las consecuencias económicas que producen éstos sucesos. Japón ya había sufrido situaciones similares con destrucción y pérdidas de vidas. Por esa razón trató de prever situaciones similares y había agotado todos los mecanismos para poder contener los efectos de estos fenómenos.
Aunque la furia de la naturaleza conmovió los cimientos de Japón, el país asiático es uno de los mejor preparados del mundo ante una catástrofe natural de este tipo. Tokio invirtió miles de millones de dólares en las últimas décadas en desarrollar la tecnología más avanzada para afrontar los cimbronazos de los terremotos y los embates de los tsunamis. Acostumbrados a sufrir miles de sismos, los japoneses levantaron una infraestructura reforzada ante el constante temor de sufrir nuevos temblores. Pero estas defensas no pudieron impedir las fuerzas de la naturaleza, que en este caso arrasaron con furia.

En el hecho ocurrido en este mes de marzo/2011, los equipos de rescate en una primera etapa hallaron cerca de 2.000 cadáveres en la costa de la Prefectura de Miyagi (noreste), en tanto que millones de japoneses trataban de sobrevivir sin agua, electricidad, combustible o comida suficiente y centenares de miles estaban obligados a alojarse en centros de emergencia a causa del tsunami que destruyó sus viviendas. Los desastres naturales también asestaron un duro golpe a la tercera economía mundial, que se quedó sin electricidad suficiente para hacer funcionar sus fábricas. Un viento de pánico sopló sobre la Bolsa de Tokio, que cayó más de 6% a raíz de un movimiento de ventas precipitadas de acciones.
El temor a un desastre nuclear se sumaba a las angustias provocadas por la devastación. El sismo, el tsunami y las explosiones en las centrales enfrentaban al país a su "crisis más grave desde el fin de la Segunda Guerra Mundial". Una doble explosión en el reactor número 3 de la central nuclear de Fukushima 1 alimentó el temor de un desastre atómico en Japón.

Para sostener la economía, el Banco de Japón inyectó en el mercado la mayor cantidad de liquidez de su historia, 15 billones de yenes (181.000 millones de dólares), tras haber transferido 55.000 millones de yenes a 13 bancos establecidos en la región afectada. Los precios del petróleo habían registrado variaciones de importancia, debido al temor de que el desastre sísmico en Japón, seguido de un devastador tsunami, desaceleren notablemente el crecimiento de la economía mundial. Japón reporta cerca del 10% de la economía mundial siendo uno de los grandes exportadores y fabricantes de tecnología de punta. y cuenta con un PBI elevado. Posee importantes empresas como Toyota. lider mundial automotriz, Nissan, Toshiba y la alimenticia Y nit DoCoMo, principalmente, que adoptarán políticas en sus procesos de producción, notoriamente afectadas.

Un factor principal de preocupación en la hora presente es que lo ocurrido en Japón derive en afectaciones de índole económica a escala mundial. Más allá de esos efectos inmediatos, cuyo alcance podría ampliarse o reducirse, la destrucción de capital físico y de infraestructura en Japón, en conjunción con la paralización de sus actividades productivas, condiciona severamente el proceso de recuperación económica en que se encontraba ese país, de por sí afectado por deficiencias estructurales: una deuda pública considerable, que duplica el tamaño de su producto interno bruto – y un déficit económico que ronda un 10 %. Tales indicadores condicionan y estrechan el margen de maniobra del gobierno nipón para los trabajos de rescate y reconstrucción, y también colocan a la nación asiática en la perspectiva de una desaceleración económica.

Esta catástrofe sin duda unirá, como en el pasado, al sabio pueblo japonés. Veremos si los políticos son capaces de estar a la altura. El país está paralizado, lo están sus fábricas, sus industrias, su energía, su fuerza y su entusiasmo. La reconstrucción costará decenas de miles de millones de euros. Es una situación muy complicada. Se han arrasado casas. Hay refinerías ardiendo. En medio de eso hay varias centrales nucleares de las cuales tres tienen problemas. En dos se han producido explosiones de hidrógeno en edificios auxiliares pero en lo que ha sido la vasija del reactor de difícil contención se mantienen integradas. Por lo tanto, esto es motivo de tranquilidad de momento pese al cuadro muy preocupante.
Tardará años, requerirá una gran inversión pública para estimular la economía y el desarrollo, la infraestructura material y natural, comunicaciones, recursos, suministros, etc Rutas, trenes, energía y puertos han sufrido interrupciones en gran parte del noreste del país. Varios fabricantes del sector tecnológico (Sony, Panasocic Corp, Fujitsu Ltd) habían cerrado sus plantas para evaluar los daños sufridos y sobre todo ver como enfrentan los cortes del suministro eléctrico Las grandes tecnológicas globales enfrentarán costos más altos para sus componentes con una posible escasez de productos Las compañías de seguros y reaseguros de Europa y EE UU que tenían riesgos tomados sobre aquel país, se estiman que habrían perdido entre u$s 15.000 y u$s 30.000 millones de dólares, lo que es un impacto muy grande.
Las estimaciones sobre el costo del desastre general de Japón daban cerca de 200.000 millones de dólares. Mientras se logre evitar la amenaza de un desastre nuclear, el costo económico del terremoto podría ser menos grave. Los temores sobre el impacto que tendrá el sismo en la economía global incidió en los precios a futuro de los metales industriales, incluyendo el cobre, el aluminio y el níquel y empujaron al alza el oro, considerado como un refugio.
Deseamos fervientemente que Japón se recupere pronto. Lo merece por su capacidad de trabajo, su vigorosa y tenaz actividad creadora y la ansiedad de todos los japoneses de superar con inteligencia – como en otras ocasiones – obstáculos muchas veces impredecibles como en este caso. Dios ha de querer que la tranquilidad y el trabajo retornen pronto.

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