(continuación del blog anterior)
Pocas cosas dividen más claramente los postulados social-demócratas y liberales que el papel que uno y otro otorgan a la profesión de economista. Durante los últimos 50 años, estimulados por el desarrollo científico y la disponibilidad creciente de potencia de cálculo, ha nacido toda una gama de herramientas de planificación de gran complejidad matemática, cuya implementación ha mejorado todas las actividades económicas: el análisis de series temporales, la investigación operativa, la estadística, y los algoritmos de decisión están escondidos detrás de todas las decisiones económicas modernas.
La tarea del economista incluye el estudio de todos los arreglos cooperativos de intercambio que son meramente extensiones de los mercados definidos restrictivamente. De esta forma, la solución a un conjunto de ecuaciones de equilibrio general no es predeterminada por reglas establecidas exógenamente. Una solución general, si existe alguna, emerge como resultado de toda una red de intercambios, regateos, transacciones, pagos unilaterales, acuerdos, contratos, que finalmente en algún punto cesan para volver a empezar.
No obstante, los mercados maduran y vamos encontrando más y más soluciones descentralizadas y marginalistas para los desafíos sociales. La demanda de economistas, que son los gestores naturalmente cualificados de esas soluciones de mercado, no puede dejar de aumentar. En el terreno de la Microeconomía, el economista maneja criterios para maximizar utilidades tales como igualar el ingreso marginal con el costo marginal, criterios para tomar decisiones acertadas bajo diferentes circunstancias, criterios para reducir costos, para predecir efectos de determinadas decisiones, criterios para evaluar proyectos de inversión, criterios para minimizar pérdidas o reducir el impacto de cambios exógenos a la empresa, criterios para conquistar mercados, etc. En el campo de la Macroeconomía, el entrenamiento del economista está diseñado para ayudarle a determinar si una acción o medida específica de política económica contribuye o no a alcanzar alguna meta y a que costo
Independientemente de lo que la ley establece para la profesión, el economista dispone de un método de análisis, que lo habilita para aplicar sus conocimientos en la explicación, predicción y evaluación de la toma de decisiones en la empresa privada o en la gestión pública.
Los eeconomistas estudian el comportamiento de los individuos, las empresas, los grupos sociales y el Gobierno ante los problemas que les plantea la escasez, el bienestar, la estabilidad, el crecimiento y el desarrollo económico, lo que implica tener que elegir entre diversas opciones, entrar en relaciones de intercambio y acuerdos e intervenir en la actividad económica mediante la política económica del gobierno. Este debe ser el objetivo esencial de estos profesionales dejando de lado toda pauta interesada.
Los economistas deben colaborar en el diseño del país que la mayoría desea: con fábricas funcionando a ritmo febril, con campos sembrados en todas su extensiones cultivables, modernos camiones transportando productos de un lado a otro, supermercados y comercios llenos de gente vendiendo productos cada vez más sofisticados, centenares de edificios en construcción levantándose a lo largo de toda la República, con el ahorro canalizado a inversiones productivas a través de un sistema sólido y eficiente.
En definitiva, debe actuarse con gente optimista y confiada en una sociedad próspera y llena de oportunidades, en donde, cada año por venir será mejor que el anterior. Nuestros economistas deberán contribuir de una vez para siempre a descifrar el gran drama argentino el misterio hasta ahora no develado de ser pobres en la abundancia…Evidentemente, también tendrán un protagonismo los políticos que dirigen al país que son los que en definitiva tienen su conducción solo para una misión importante: bregar por la grandeza de la nación y el bienestar de todos sus habitantes.
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