sábado, 6 de diciembre de 2008

Temas del proyecto del Plan Anticrisis argentino: Repatriación de Capitales.

El proyecto que impulsa el Gobierno de repatriación de capitales, junto con el blanqueo impositivo son dos de las medidas que han generado las mayores polémicas. Además de los aspectos técnicos que vamos a resumir existe de parte de muchas analistas la impresión que a muchos políticos les faltaría cierto nivel de conciencia sobre estos problemas. El intento de repatriar capitales (se estima que entre 120 y 150 mil millones de dólares de argentinos están radicados en el exterior o se encuentran en la Argentina sin ser declarados) registra antecedentes en otros países como Brasil, que acaba de presentar una iniciativa similar e Italia, país pionero en este rubro, ya que desde principios de 2000 logró repatriar 52.000 millones de euros. Bélgica, Alemania, México y Portugal lograron buenos resultados con la aplicación de repatriaciones de capitales. Grecia logró, entre 2003 y 2006, el retorno de más de 20.000 millones de euros, un 10 por ciento de su PBI. Están vigentes actualmente amnistías fiscales en el Reino Unido, Rusia, a los que se suman los casos de Irlanda, EE UU y Sudáfrica. En el caso de Brasil, se presentó un proyecto de ley de amnistía fiscal por el que impulsa la repatriación de 70.000 millones de dólares. El proyecto argentino establece que el dinero que ingrese al blanqueo deberá quedar depositado en una entidad financiera por al menos 2 años, salvo que se destine a inversiones en el país. La transferencia del dinero deberá pagar las tasas de entre el 1% y el 8 % (art. 28 del proyecto). Los contribuyentes no deberán declarar la fecha de compra de los activos que se blanqueen. Tampoco el origen de esos fondos. Quedan liberados de toda eventual acción judicial. Es evidente que cualquier blanqueo de fondos o moratoria impositiva son beneficios injustos en detrimento de quienes pagan sus impuestos, pero si bien es difícil calcular el quantum, el impacto sobre la recaudación y el balance cambiario puede ser positivo. Claro que en medio de otro clima de negocios el impacto podría ser significativamente mayor. Del paquete propuesto, el tema que logró juntar mayor resistencia fue el llamado proyecto de repatriación de capitales que lleva una denominación muy particular: "Exteriorización de la tenencia de moneda nacional extranjera, divisas y demás bienes en el país y en el exterior". Aquí bien vale hacer una aclaración. Una cosa es regularizar dinero que estaba en el exterior o guardado personalmente en diferentes formas, pero que nunca fue regularizado y otra, muy distinta, es utilizar ese medio para dejar ingresar dinero proveniente de ilícitos. Esto último sería lisa y llanamente favorecer el lavado de capitales. Al respecto el director de la AFIP, argumentó que el proyecto de reducir el impuesto a la repatriación de capitales "no libera las acciones vigentes de control de lavado de dinero". Pero no aclara cómo se hará para que esto efectivamente se cumpla, ya que el blanqueo significa que no se investigue ni se pidan referencias acerca del origen. El dinero que está en el exterior o en el país, y que sea ingresado para entrar al blanqueo que difundió el gobierno, deberá quedar depositado en una entidad financiera por lo menos por dos años, salvo que se destine a inversiones en el país. El contribuyente deberá pagar un impuesto especial cuya alícuota dependerá de la modalidad del blanqueo; 8% para bienes, tenencias o divisas en el exterior que no se transfieran al país. El contribuyente sigue sin retornar los fondos, pero queda declarado ante la AFIP.; 6% para bienes, tenencias, divisas o moneda nacional radicados en el país; 3% si los fondos se destinan a comprar bonos; 1% si se aplican a la compra de viviendas nuevas, a la construcción de nuevos inmuebles, a la finalización de obras en curso, al financiamiento de obras de infraestructura, inversiones inmobiliarias, agroganaderas o industriales en el país. Algunos cálculos privados señalaban que los u$s. 123000 millones que los argentino tienen en el exterior, sólo 50000 millones estarían en condiciones de regresar (art. 27 del proyecto). Precisamente, un punto resistido del nuevo proyecto oficial, es éste que impulsa un blanqueo de capitales, que contempla el pago de entre 1% y 8% al fisco, según vimos al destino asignado a esos fondos. Como está redactado el proyecto de ley de blanqueo fiscal y repatriación de capitales promueve una amnistía que alcanzará a miles de procesados por causas tributarias; se extinguirán juicios y se liberará a los condenados por no pagar impuestos. La repatriación de capitales, no deja de ser un tema generador de varios matices. No obstante, es bueno advertir que se debe contemplar el contexto de la ley, porque si hay en el mercado expectativas de una devaluación, es difícil que alguien traiga sus capitales y los cambie a pesos antes de tener confianza en el tipo de cambio que existirá. Hoy los industriales, en el mismo ámbito, estaban plateando la necesidad de una corrección del tipo de cambio. Además, un blanqueo de capitales puede beneficiar a alguna empresa en forma puntual, pero resulta difícil pensar que haya muchos que se decidan traer los depósitos que tienen afuera después que el Gobierno termina de apropiarse de los fondos de las AFJP. En un escenario coherente, las inversiones llegan solas, sin la necesidad de poner en marcha ningún blanqueo de capitales o normas de este tipo.. Esa medida puede ser problemática, si se recuerda que del país se fugaron 28000 millones de dólares desde 2006, de los cuales unos 16500 fueron tomados del circuito financiero oficial este año. Lo que es necesario hacer es tratar de frenar esa salida creando condiciones para que los capitales decidan quedarse en el país, invertir y crear empleo, y no intentando traer capitales de origen no muy claro. El tema de la repatriación de capitales, o “blanqueo” según cómo se la mire ya ha estado sobre la mesa de discusión del gobierno. Cabe recordar que en julio de este año se planteaba la posibilidad de lanzar una repatriación bajo la forma de fideicomisos destinados a la inversión, pero no se avanzó en el tema. En esa oportunidad -según la estimación de la Dirección de Cuentas Internacionales -, los fondos de argentinos en el exterior superaban los u$s 140000 millones. También fuentes extraoficiales elevaban esa cifra hasta u$s 230000 millones y, con este dato surgía la preocupación de las autoridades, y era que en la presentación de Bienes Personales de 2008, correspondiente al año anterior, sólo se declararon bienes en el exterior por u$s 18181 millones. Es decir, se suponía que una buena parte estaba en negro Así, la diferencia entre lo que calcula el Ministerio de Economía, los analistas privados y lo registrado por la AFIP, es un dato que demuestra que la principal razón de la fuga es esconder el dinero de la mirada del fisco. De ahí el interés que genera esta medida. La repatriación de capitales implica de alguna manera premiar al que ha evadido impuestos anteriormente. Un premio de este tipo puede generar alicientes para que muchos se decidan en el futuro a evadir al pensar que luego podrán regularizar con ventaja su situación. La fuga de capitales ha constituido un problema casi crónico de nuestra historia económica. Con la excepción de algunos pocos períodos en los que se dieron condiciones propicias para generar un clima de confianza, la situación más frecuente fue la de ahorros argentinos que fluyen hacia el exterior. Según datos del INDEC y del Banco Central, entre enero de 2007 y septiembre de 2008, se fugaron capitales por un monto que supera los 25.000 millones de dólares. El pico máximo fue alcanzado durante el segundo trimestre de 2008 debido al conflicto con el campo. Otra duda tiene que ver con el nivel de adhesión. Ocurre que la confianza es una variable clave en el éxito de la iniciativa. Cuando se habla de fondos en el exterior la primera pregunta que debe hacerse es porqué se fueron estos activos. La respuesta es más sencilla de lo que se cree: por la incertidumbre económica y política permanente. La iniciativa es cuestionada, en general, por considerarse que se trata de un blanqueo de capitales de al menos un ilícito: evasión fiscal. Las personas físicas y las empresas inscriptas o no, podrán exteriorizar la tenencia de moneda extranjera, divisas y los demás bienes del país del exterior, correspondientes a los periodos no prescriptos, finalizados al 31 de diciembre de 2007.(art. 25 del proyecto) Hay dos planos en el debate. Para algunos las medidas son insuficientes y no resolverán los problemas que tiene la economía. Pero hay un aspecto aún más grave y tienen que ver con el blanqueo impositivo que es el punto de vista ético. Distribuye mal los premios y las penas en la sociedad. Desalienta hacia el futuro el cumplimiento de las obligaciones tributarias y no parece razonable que haya que recurrir a ese mecanismo luego de siete años de crecimiento. La situación no es la del 2002 cuando el país comenzaba a salir de la crisis más grave de las últimas décadas. Y será muy mal visto en el exterior porque el resto del mundo va en sentido contrario tratando de evitar medidas que pueden favorecer el flujo de dinero sucio o que puedan ser percibidos como un escape para la corrupción. Un país preocupado por la inseguridad, que pretende erradicar la delincuencia y que está discutiendo el endurecimiento del régimen penal para los menores de edad se dispone al mismo tiempo a premiar a personas adultas que incumplieron con las leyes tributarias del país. Pero talvez haya muchos que consideran que también hay que pensar en las ventajas que puede tener el país si recupera capitales y se regularizan algunas actividades. Pero aún visto desde una perspectiva económica de corto plazo, los resultados del blanqueo serán muy modestos porque no se modifican las razones estructurales de la evasión impositiva y la propensión a ahorrar en el exterior. Pero si se mira la economía a largo plazo, la medida es contraproducente. El problema de desarrollo en la Argentina es consecuencia de los cambios en las reglas de juego, la debilidad institucional y la falta de apego a la ley. Todos estos rasgos son incentivados con las medidas anunciadas. No se entiende el propósito del blanqueo de capitales y su relación con el ciclo económico. Lo importante no es que venga lo que está afuera sino que no se vaya lo que está adentro. Tanto al blanqueo como a la moratoria con un pago mínimo inmediato, a cambio de repatriar capitales no declarados o refinanciar deudas a 10 años con tasa de interés negativa, entran quienes no pudieron pagar impuestos cada vez más altos y quienes deliberadamente evitaron hacerlo. Si alguien declara sus bienes en el exterior o si, además, decide repatriarlos, no sufrirá consecuencias penales ni siquiera por violación del régimen tributario ni aprovechamiento indebido de subsidios ni ninguna otra. Además, se prevé la extinción de acciones judiciales sin sentencia firme. También debe advertirse que entra en colisión con normas internacionales para evitar el lavado de dinero, a las que adhirió la Argentina. Según estas disposiciones los bancos deben conocer a sus clientes y verificar el origen de los fondos que ingresen. Parece excesivo admitir el blanqueo de capitales sin importar cuál haya sido su origen. Una cosa es repatriar capitales que salieron por evasión que es un instrumento que usan muchos países, y otra muy diferente es blanquear dinero del narcotráfico. No será fácil también justificar por qué incluso se autoriza a declarar capitales sin obligación de que ingresen, por más que en este caso se aplique el costo más alto: 8%. También la reglamentación debería evitar que se blanquearan capitales inexistentes para su posterior lavado o que fondos repatriados vuelvan a salir (mediante compras y ventas simultáneas de inmuebles, por ejemplo) después de ser regularizadas a bajo costo.

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