viernes, 18 de abril de 2008

Economía Oceanológica

Llamará la atención el presente título y es probable que seamos los primeros en denominar así a una economía que entendemos tiene innumerables recursos y que de ser explotados los mares y océanos en el mundo, las riquezas extraídas representarían mayor trabajo humano y valor agregado. Este tema lo preparamos hace un tiempo cuando dimos una conferencia sobre los recursos marinos en la Facultad de Derecho de Buenos Aires. Pasamos a resumir algunos de sus capítulos principales: Dentro de los distintos aspectos que enfoca la Economía - inclusive como una rama especial en su consideración - ha surgido la inquietud del tratamiento de un espacio inmenso como son los océanos del planeta, los cuales, además de ofrecer particularidades especiales se unen a puntos relacionados con la producción, comunicación, población, pesca, energía, etc. El breve análisis que realizaremos, intenta enfocar temas de este espacio que hemos denominado “Economía Oceanológica”. La razón de esta denominación, es porque nos parece que interpreta en mejor forma aquello que intentamos analizar. Podría ser quizá mejor la expresión “Economía Oceanográfica” u otra similar, pero para nosotros entre una y otra hay una diferencia: la oceanografía consiste en el estudio físico, químico y biológico de las aguas y de los fondos marinos; mientras que la oceanología, significa el conjunto de disciplinas científicas y de las teóricas relativas al estudio y a la utilización de los océanos. Nos parece, por lo tanto por sus fines y medios, el término más adecuado para este comentario económico. La presente investigación se concretó en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Morón (Argentina). El Instituto , en ese entonces bajo nuestra dirección, siempre ha tratado de analizar temas esenciales vinculados con la economía, algunos de candente actualidad; y otros que, si bien no se consideran con la asiduidad que pudiera corresponderles, pertenecen a rubros de notoria gravitación que se intensificarán en un futuro muy cercano. La idea de este trabajo nos llevó a ampliar conocimientos respecto a reformulación de conceptos, a la asimilación de resultados de distintas Convenciones y a Conferencias realizadas respecto de su organización y normas competentes. Destacamos que el análisis no pretende ser exhaustivo y con la profundidad que el caso requiere, alienta sólo hacía una consideración más especializada que trabajos posteriores realizarán por parte de estudiosos y organismos nacionales e internacionales. Debemos reconocer, no obstante, que una razón que nos impulsó a la consideración de temas que aquí enfocamos fue la depredación pesquera en nuestros mares y la no consideración en la escala que se merece de todo lo que el mar puede proporcionarnos. El conocimiento del Océano como un todo no se logra con el solo estudio de su historia geológica o con el conocer las particularidades que versa su geografía física. Para ello es preciso formarse una idea del mismo y estudiarlo a la vez como sistema único desde el punto de vista de la geografía física, como un elemento de la biosfera, y como fundamento de nexos económicos mundiales comunes; como un elemento con existencia propia en la economía universal. Pero habrá que mirar más allá: imaginarse el Océano en el porvenir, cuando deje de ser un “ espacio reservado mundial ”, para erigirse en un complejo económico regulable mundialmente, que la humanidad utilizará en forma organizada y racional partiendo de los adelantos científico-técnicos. Sólo a partir del siglo XVII empieza a desarrollarse realmente el interés por el conocimiento de los océanos. Fue en esa época cuando las potencias europeas comenzaron a explorar sistemáticamente el mundo en búsqueda de nuevas fuentes de materias primas y de nuevos mercados para los productos que fabricaban. Comenzaron a crearse oficinas o servicios hidrográficos que tenían por misión levantar cartas naúticas y compilar, para el uso de aquellos pioneros, informaciones relativas a la navegación. La colocación de los primeros cables submarinos, al principio en proximidad de las costas y luego hacia la mitad del siglo XIX a través de los océanos, exigió conocimientos más precisos de la topografía de los fondos marinos, así como cartas náuticas más detalladas. En mayo de 1876, expediciones realizadas obtuvieron resultados que se publicaron en varios volúmenes; entre los más notables figuraban el descubrimiento de más de 4000 especies marinas y la obtención de los primeros nódulos polimetálicos de las grandes profundidades, que un siglo más tarde alcanzarían una cierta importancia. La Segunda Guerra Mundial cambió considerablemente la escala y el alcance de la oceanografía. Hasta entonces, el desarrollo de la investigación oceonográfica, aunque regular, había sido lento, y la curiosidad científica era su justificación principal. A partir de la guerra, el interés por los océanos estaría motivado por razones estratégicas y suscitaría rápidos progresos en la esfera de la física y más particularmente de la acústica, ya que los estudios de la propagación del sonido en el agua eran un factor esencial en la lucha submarina. Los imperativos del conflicto determinaron, igualmente, importantes progresos en el campo del buceo. Sólo a fines de la década del cincuenta comenzó a desarrollarse una toma de conciencia del potencial económico de los océanos. Los progresos de la ciencia y de la técnica permitieron descubrir que ellos escondían inmensas riquezas alimenticias y minerales. El despegue de la explotación del petróleo submarino probó que estas riquezas tenían valor. Esta industria, entonces naciente, iba a desempeñar un papel de arrastre considerable sobre los otros sectores de la oceanografía. La Academia de Ciencias norteamericana había publicado un informe sobre los beneficios potenciales de la investigación de los océanos y sacaba en conclusión que una inversión en la explotación de los océanos obtendría en veinte años un rendimiento superior al de la colocación del mismo dinero a una tasa del 10%. También la observación espacial dio una nueva dimensión a la oceanografía. Durante los últimos años, varios satélites realizaron experimentos oceanográficos. El estudio de los océanos figuraba igualmente entre las tareas inscriptas en los programas Apolo y Skylab. En 1978 se da un nuevo paso cuando la NASA procede a lanzar el SEASAT, primer satélite oceanográfico específico. Varios países, preocupados por aumentar los límites de la ciencia y la tecnología marina y también por desarrollar el potencial económico de los océanos, emprendieron hacia fines de la década de los sesenta la definición de las políticas de valorización de los recursos oceánicos. Dos acontecimientos marcaron este importante giro: en los EE.UU. la aprobación en 1966 de la Ley sobre Recursos Marinos y Desarrollo de la Ingeniería y, en Francia la creación del Centro Nacional para la Explotación de los Océanos(CNEXO). La primera tarea de CNEXO fue establecer en 1968 un programa de orientación, el “Programa Océano” articulado alrededor de cinco grandes temas: la explotación de la materia viva, la explotación de los materiales minerales y fósiles, el reconocimiento y arreglo del margen continental y del litoral, la lucha contra la contaminación y la acción del océano sobre las condiciones meteorológicas y climáticas. En 1969, La Comision Stratton entregó al presidente Nixon un informe titulado: “Nuestra Nación y el Mar” que recomendaba principalmente la creación de la NASA para los océanos, la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA). La evolución de los programas oceanológicos durante los últimos años se caracterizó por un rápido aumento de los créditos que le fueron otorgados, una marcada declinación por parte de la oceanología militar y la prioridad dada a la valorización de los recursos de los océanos y a la protección del ambiente marino.

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