En muchos países, tanto de economía avanzada como en desarrollo, la deuda publica creció de manera significativa en los últimos tiempos. En los Estados Unidos, por ejemplo, la deuda del Estado federal se elevó de manera preocupante, y una situación análoga viven muchos países europeos, situación que llevó a reactualizar un interrogante necesario: ¿que consecuencias acarrea la deuda del Estado?.
Como el cambio en el valor real de la deuda pública equivale al déficit presupuestario del Estado medido en términos reales, preguntarse por las consecuencias del incremento de la deuda del Estado equivale a analizar los efectos que acarrea a la economía el mantenimiento de una situación de déficit fiscal reiterativo.
Un desequilibrio fiscal puede ser producto de un gobierno que gasta en exceso. Este gasto eleva la demanda total de bienes y servicios en la economía (demanda agregada) y esto tiende a elevar los precios, es decir, genera presiones inflacionarias. La inflación afecta a las personas y empresas quienes tendrán que pagar más dinero por las mismas cantidades de bienes y servicios.
Los gobiernos poseen una serie de gastos, como el pago de los sueldos y salarios de sus empleados, intereses de sus deudas, pensiones, construcción de escuelas, carreteras, hospitales y otras de gran interés social. Estos gastos pueden ser financiados de diversas maneras, aunque la principal es a través de la recaudación de impuestos. Pero muchas veces ocurre que el monto total de los ingresos del gobierno no alcanzan para cubrir todos los gastos.
Teniendo en cuenta que el ahorro de la economía se canaliza hacia la inversión productiva, - pues el ahorro representa recursos que la sociedad deja de consumir y pueden ser aplicados en financiar proyectos de inversión -, para incrementan la producción y el empleo. Pero si el gobierno tiene un déficit grande, tratará de captar recursos para cumplir con sus obligaciones. De ésta forma, parte del ahorro que antes financiaba la inversión pasa a financiar el déficit fiscal. Este efecto es mayor cuanto más grande sea el déficit fiscal. Vemos entonces que, el Estado compite con el sector productivo por captar recursos financieros, limitando las posibilidades de crecimiento de la producción. Además, esa competencia eleva el costo de recursos, es decir, eleva las tasas de interés, haciendo que personas y empresas deban abonar más por sus deudas. Además, se puede comentar que cuando los gobiernos tratan de solucionar su déficit, aplican políticas restrictivas, es decir, reducciones de sus gastos y aumentos de los impuestos. Cuando el déficit es muy grande estas medidas tienen elevados costos sociales, pues los gobiernos muchas veces sacrifican partes importantes de sus gasto sociales.
Como el cambio en el valor real de la deuda publica equivale al déficit presupuestario del Estado medido en términos reales, preguntarse por las consecuencias del incremento de la deuda del Estado equivale a analizar los efectos que acarrea a la economía el mantenimiento de una situación de déficit fiscal, más, si éste es sostenido. Por otra parte, el funcionamiento sistémico de la macroeconomía, donde el comportamiento del sector publico interactúa continuamente con el sector privado y el sector externo, liga a su vez el problema del déficit fiscal con el ahorro y la inversión nacional, y con el comportamiento de la balanza de pagos del país. Toda esta compleja interrelación de elementos aparece claramente en la presentación tradicional de las cuentas nacionales, que otorgan de esta manera un marco conceptual elemental para el análisis de las posibles consecuencias macroeconómicas de un déficit presupuestario creciente.
Después de un análisis descriptivo del déficit presupuestario del sector publico en el periodo elegido, deberán analizarse globalmente, las consecuencias económicas de ese déficit fiscal. Con este fin, el primer paso estará destinado a resumir las consecuencias del déficit fiscal tal como pueden éstas deducirse de las identidades de las cuentas nacionales. Los tipos de consecuencias que pueden deducirse de un análisis se convertirán, en modelos básicos para el estudio empírico. Estos modelos recogen los efectos macroeconómicos que pueden esperarse del crecimiento del déficit público: crecimiento económico, desplazamiento de la inversión, incremento del ahorro privado y aumento del déficit externo.
Con el fin de estimar empíricamente los efectos económicos del déficit fiscal en una economía durante las ultimas décadas, y basados en el marco conceptual de las cuentas nacionales, podría estimarse en este punto cuatro efectos, definidos sucesivamente por la relación del déficit fiscal con las siguientes variables: el crecimiento económico, el gasto en inversión, el nivel de ahorro privado y el saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos.
En resumen: la causa del déficit fiscal, es cuando un Estado gasta más dinero que el que recauda a través de los impuestos directos e indirectos, de rentas, etc. Dentro de las consecuencias que producen éstos déficit, la más común ocurre cuando el Estado, para mantener el mismo esfuerzo de gasto (en educación, en sanidad, en infraestructuras, etc.) debe de endeudarse, conseguir dinero emitiendo deuda pública que se pagará en el transcurso de los próximos años. Esto no quiere significar que está mal endeudarse, siempre que sea con el fin, por ejemplo, de construir infraestructuras que serán utilizadas principalmente por las generaciones posteriores. Recordemos que en el tiempo de Keynes el argumento era (para esa situación en la crisis de 1929) que la solución debería buscarse aún con incrementos de déficit fiscales. Lo que sería erróneo, es endeudarse para el pago de gastos que no conduzcan realmente a formas de crecimiento de un país.
Elevados niveles de deuda y altos déficit han provocado una crisis de deuda en la Unión Europea, en donde Grecia encabezaba con un déficit fiscal de 13.6% del PBI, España con un déficit de 11.4%; Portugal 9.4%, Reino Unido 10.9%, Italia 5.3%. Los EU elevó el déficit en el 2009 al 12.5% del PIB, mientras en esta región americana existían menores con Argentina 3.9%, Brasil 3.3%, Chile 4.4% y México 4.7%. Sobre las expectativas para el 2010, a pesar de los recortes presupuestarios, en el grupo de economías avanzadas: el G-7, lograba en promedio un déficit fiscal equivalente al 9.5% del PBI; el G20 un poco menor con el 6.8% del PBI.
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