En 1953 el profesor A.W. Phillips publicó un estudio sobre la evolución seguida a largo plazo por los precios y el empleo en la economía británica, en el que se ponía de manifiesto una correlación inversa entre ambas variables, a mayor inflación menor desempleo, que podía ajustarse a una curva decreciente. La curva de Phillips no describía funciones teóricas que relacionasen de forma lógica las dos variables implicadas; era, simplemente, la constatación de un hecho y su representación. Alban William H. Phillip aplica sus conocimientos de ingeniería de sistemas de control de circuitos cerrados para el análisis de las relaciones entre variables macroeconómicas.
En 1958 publica en la revista Economica el artículo "The Relation Between Unemployment and the Rate of Change of Money Wage Rates in the United Kingdom, 1861-1957" en el que proporciona evidencia empírica de las relaciones entre el desempleo y las tasas de cambio de los salarios. Esta relación, llamada desde entonces la curva de Philips, sugiere que es imposible conseguir simultáneamente un alto nivel de empleo y una baja tasa de inflación por lo que la política económica gubernamental tiene que decidir una combinación de ambas tasas.
El autor propuso su “Curva de Phillips” , que se convirtió en un instrumento que fue utilizado reiteradamente para reforzar cualquier modelo macroeconómico en la segunda mitad del siglo XX. Alban Phillips nació en 1914 en Nueva Zelanda y se formó y trabajó como ingeniero electrónico. Durante la segunda guerra mundial trabajó para la RAF. En 1950 empezó a trabajar como profesor de economía en la London School of Economics. De 1958 a 1967 fue Tooke Professor de economía, ciencia y estadística en la Universidad de Londres. En 1968 aceptó la cátedra de economía en la Australian National University donde permaneció hasta su muerte. Profundamente keynesiano, publicó varios artículos con modelos matemáticos que analizan las relaciones entre el multiplicador y el acelerador.
La curva de Phillips se popularizó rápidamente por varias razones. Por una parte resultaba consistente con el paradigma keynesiano dominante en la época, según el cual la inflación se producía sólo en situaciones de alta demanda agregada y pleno empleo. Además, en los años sesenta los datos sobre el desempleo y la inflación en los principales países occidentales se ajustaron con bastante fidelidad a una curva así. Pero la principal razón de su popularidad fue quizá su utilidad para explicar a los políticos y a los votantes que había un momento para las políticas expansivas y un momento para las políticas estabilizadoras y que no podía cumplirse la pretensión de alcanzar un mundo perfecto con tasas de desempleo e inflación iguales a cero.
Pero en los años setenta el mundo cambió. Las tasas de inflación y desempleo empezaron a crecer conjuntamente con lo que la curva de Phillips desapareció de los gráficos estadísticos. El fenómeno de la estanflación, estancamiento e inflación, no cabía en los esquemas keynesianos. Los nuevos fenómenos económicos exigían nuevas y diferentes explicaciones.
Los monetaristas, a través de su miembro más prestigioso, el profesor Milton Friedman, propusieron el modelo que se llamó la curva de Phillips a largo plazo. La curva de Phillips, se argumentó, no es estable sino que se desplaza como consecuencia de los ajustes en las previsiones de los agentes económicos. Cualquier intento por parte del gobierno de aumentar el empleo tendrá éxito sólo a corto plazo pero provocando desplazamientos de la curva de Phillips. Parece existir una tasa natural de desempleo, y todo intento de restringirla está condenado al fracaso a largo plazo.
La teoría de las expectativas racionales viene a introducir aún más pesimismo en esta cuestión. Si los agentes son capaces de prever las consecuencias de las políticas económicas y adaptar inmediatamente su comportamiento a esas previsiones, el crecimiento de la inflación será inmediato. Las políticas expansivas no tendrán éxito ni siquiera a corto plazo.
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